Un hueco

Tanto tiempo con las puertas cerradas, que una noche de humo decidió abrirlas. El humo la condujo hasta el hueco de su cuello, que mordió contra todo pronóstico.

Y en menos de una luna se encontró fantaseando con ese hueco. A la hora de elegir la ropa que fijara su mirada. Ensayando sonrisas frente al espejo para encontrar la más pícara. ¿Qué vino le gustará? ¿Qué cuento le contaré hoy?

Ahora, con el verde del billar cerca de la idea de ese cuello, apura la copa de vino junto a la puerta, contemplando en la noche su soledad desde afuera, cobijada en el estremecimiento de un hueco largamente presentido.

S.M

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