El ciclo
Despertó nuevamente con escalofríos. El vacío del estómago parecía solo una sombra de lo vacío que era todo.
La carne de gallina le devolvió el sabor de la última dosis, aún amarga y ya apenas memoria. Y hablando de memoria, ¿qué fue lo que pasó ayer? ¿O fue antesdeayer? En lo de hoy, mejor ni pensar -¡qué vértigo!-.
Tengo que dejarlo. No puedo vivir eternamente en la confusión. Bajarme del globo. O salirme de él. ¿Será que soy ya membrana del globo? O tal vez solo sea el aire que lo llena. ¿O el que lo vacía?
Quiero pensar con claridad. Pero siento que las paredes de mi alma se han quedado finitas y cualquier esfuerzo podría rasgarlas. Si se rompen –pienso- va a salpicar. ¿Qué salpicará el alma? ¿Materia gris, sangre, pulpa, vacío…?
¡Ahora me acuerdo! Anoche algo explotó dentro de mi cabeza. Por encima de la nuca. Después de la risa desenfrenada. En el cerebelo inferior, o así. Por ahí entró como un obús la sensación. Que se desparramó por todo el cráneo al chocar con la barrera de mis ojos cerrados.
Pero ahora tengo que abrirlos. Y la sensación ya no está ahí. Una lágrima de abandono cae sobre la almohada de sudor frío. Mi cuerpo quiere vivir en la vorágine de esa explosión. Que me impide pensar. Que tan solo me deja en suspenso, flotando.
En cambio, ahora, ¡qué mal me encuentro! Me abrazo el cuerpo queriendo darme un calor que me falta dentro. Y una frase breve empieza a invadirlo todo: "¡Quiero más!"
Pero ayer fue mi última vez. Me lo juré antes de salir de casa:."Hoy me doy un homenaje y ya está". Por lo menos durante un tiempo. Necesito quitarme la inquietud del abdomen para volver a comer. Y a dormir sin atropello. Y a vivir sin perder el norte las veinticuatro horas. Retornar, conforme, al sur que soy.
Quiero pensar con claridad. Pero para eso tengo que quitarme el frío. Y aclararme las ideas. Necesito quitarme el malestar para poder actuar. Eso es. Tengo que actuar. Tomar una decisión y llevarla a cabo. Si tan solo me encontrara un poco mejor…
"¡Quiero más!", dice mi voz sin conciencia. "No debes", repite la voz guardiana, ronca de relente.
Pero sé que ya todo está perdido. Sé lo que va a ocurrir. Mis células necesitan acomodarse, sentirse en paz las unas con las otras. Sé que la química tiene razones que la razón no entiende.
Y es así como, al grito de "bravo león, mi corazón, tiene apetitos, no razón", sucumbo a mi naturaleza adictiva y busco lo que me nutre al tiempo que me envenena.
Busco tu boca narcótica y la paz, en forma de calor, me vuelve a la base de la nuca. Para desde allí distribuirse por todo mi torrente sanguíneo. Por fin te siento –y me siento- alcaloide de mariposas.
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