Unas gotitas de Chanel
Esta semana traigo a mi memoria este recuerdo privado que hago público a condición de que me guardéis el secreto.
Es ya de noche, noche profunda y oscura. Duermo, o eso deseo, pero el vértigo me despierta intermitentemente. Han sido horas bebiendo y bailando en la ciudad, mientras la Alhambra, a lo lejos, vigilaba.
Esperaba que ella finalmente se viniese conmigo. Pero como casi siempre me he tenido que volver sólo, y solo estoy en esta cama que dá vueltas a mi alrededor.
Entre sueños, oigo una voz, un susurro. Siento un zarandeo. "Despierta. Despierta". Noto un suave perfume inconfundible, que antes se empotró en mi cerebro, y ahora me envuelve de nuevo.
Ella está allí, completamente desnuda. Bueno, según ella dice, vestida, aunque sólo con unas gotitas de Chanel.
Veo su escultural cuerpo, su dulce cara junto a la mía, sus tiesos pechos, su flexible cintura,... y un erecto miembro que miro alelado durante unos segundos. Cuando la boca para decir algo, mi sorpresa es aprovechada por ese trozo de carne caliente para acceder a mis humedades orales como Pedro por su casa.
La verdad es que en este punto intento despertarme, porque creo estar soñando, pero un cierto cosquilleo picante, que va increscendo, en mi otra protuberancia, me hacer caer definitivamente en la cuenta de que está pasando algo verdaderamente memorable.
Si me lo hubiesen jurado unas horas antes no me lo hubiese creido, pero ahora, pasada la sorpresa inicial, los acontecimientos se van desarrollando con bastante fortuna y naturalidad.
... (aquí podéis poner lo que vuestra imaginación os permita) ...
Al rato, exhausto, me quedo dormido. Cuando me despirto ella se ha ido, dejando, eso sí, tras de sí, un inconfundible aroma.
Todavía hoy, algunas noches de madrugada, me despierto completamente empalmado, creyendo haber captado retazos de ese perfume perturbador que me envolvió esa noche.
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