Solo ante el buffet

El occidente, tan acelerado y tan moderno, no valora la sabiduría de los años. Es el oriente el que sabe dar la importancia que se merecen las personas de edad. No puedo por menos que dar la razón a los orientales porque siempre he considerado que la sabiduría es el fruto de los años.

Siento debilidad por las personas longevas y no puedo evitar observarlas cuando me cruzo con ellas. Ir acumulando años implica pagar un peaje en las capacidades motoras o en la memoria o en ambas a la vez, pero he visto casos admirables de superación de estas limitaciones.

Admiro mucho a las personas mayores que para conservar la independencia son capaces de proezas que atentan las leyes de la física. Uno de ellos es un vecino que tiene la espalda totalmente curvada y que camina en un equilibrio casi imposible, pues pasito a pasito todas las mañanas va solo a comprar el pan y el periódico.

Hace poco me encontré en el buffet de un hotel a otro irreductible independiente. No puedo precisar su edad pero su terno cruzado, muy parecido a los que llevaba Tierno Galván, le daba un aire de otros tiempos. Me llamó la atención por sus pasos cortos y vacilantes en busca de las viandas del desayuno.

Me dispuse a observar cómo se alimenta un longevo, para aplicarme el cuento y alcanzar su edad. Después de varios paseos volvió con un plato con dos huevos duros que depositó en la mesa y se dirigió a por el zumo de naranja. Volvió con dos vasos, los observó detenidamente, le dio un sorbito a uno, luego al otro hasta dejarlo al mismo nivel y los puso sobre el mantel antes de volver a por la siguiente captura.

La tercera incursión en el buffet le hizo vacilar, parecía que se le había olvidado lo que iba a buscar. Caminada de un lado a otro sin decidirse por nada concreto, parecía perdido. Sentí un impulso de intentar ayudarle pero un camarero que me leyó el pensamiento me dijo. –No se deja ayudar, ayer lo intenté y se molestó mucho-.

No sé en qué acabó la aventura del desayuno porque no tuve tiempo de ver el final pero la imagen del longevo maqueado en un traje de antes de la guerra y solo ante el buffet me dejó una sonrisa en los labios y una determinación de ser como él cuando tenga su edad.

Lula

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