Singermorning
Bajo esta denominación se agrupan los especímenes laborales de verborrea fácil, a veces acompañada de cierta humedad, que algunas malas lenguas denominan babas. Ejercen en altos despachos y visten de riguroso traje, tanto si es hombre como si es mujer.
Algunos se resisten a utilizar la denominación inglesa y prefieren llamarlos cantamañanas, pero sin duda esta acepción está ya un poco manida y desvirtuada. El término spanglish le dota de una nueva dimensión en lo internacional.
El singermorning es un experto en aprenderse el glosario de términos del entorno laboral al que pertenece y no precisa de mayor profundidad en la materia, para eso están los técnicos que nunca llegarán a ningún lado. Por este motivo le resulta muy fácil cambiar de actividad. Por poner un ejemplo al azar, no les cuesta mucho pasar del negocio del tabaco al de las telecomunicaciones, a fin de cuentas en ambos entornos hay mucho humo y trabajar en ellos perjudica seriamente la salud.
Su herramienta de trabajo por antonomasia es el PowerPoint, descartando de antemano cualquier otro programa del Office. En el Word son incapaces de hilvanar frases y párrafos, porque estando su cultura basada en el glosario de términos, no les da cancha para llenar más de dos páginas. El Excel escapa de su capacidad de cálculo, el Access y el Project no saben ni que existen. Donde se sienten como pez en el agua es con las diapositivas del PowerPoint, llenas de colores brillantes y animación. Las letras aparecen volando, y desaparecen como arrastradas por un tornado. Este dinamismo enmascara la vacuidad del mensaje porque con la rapidez con que pasa por los ojos, el cerebro no llega a percibir su falta de contenido.
Aunque se da el caso del singermorning que nace ya en el colegio o en la Universidad, existe una variedad que se hace con el paso de los años. A este último grupo pertenecen los que siguieron el camino de Séneca, pero al final le dieron la razón a Claudio (el marido de Mesalina). Los singermorning hechos a sí mismos, generalmente por razones de supervivencia, empezaron a olvidar, dejando que la nada invadiese su cerebro hasta dejar un conocimiento equiparable al glosario.
Pero la vida no es fácil para los singermorning. Mantener un aspecto impecable, ir siempre afeitados (ellos), llevar el peinado perfecto (ellas), estar morenos en invierno, aparentar siempre buen humor, asistir a mesas redondas y eventos, buscar con desesperación dibujos originales para el PowerPoint, etc.., son actividades que limitan mucho la calidad de vida y no todo el mundo está dispuesto a renunciar a su espacio de libertad.
No obstante, existe un crecimiento sostenido de singermorning en la fauna laboral, motivado por la existencia de recursos para su supervivencia y por la falta de depredadores que los incluyan en su menú.
Desde luego, con el cerebro de un singermorning Hannibal Lecter no tendría ni para el aperitivo.
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