RR.HH.

Se me está poniendo cara de silla a fuerza de sentirme un recurso, como ella. Mi hermana la silla, incluso me supera ya que aunque ambas tenemos dos brazos, ella en cambio tiene cinco patas y… ¡ruedas!. ¡Ay que ver como está la competencia entre los recursos! Llegará el día que prescindirán de mis servicios laborales y mi silla heredará los trabajos que dejo pendientes.

Hace apenas unas semanas he estado a punto de que me embalaran para enviarme por un año a otra empresa como recurso cedido, pero mi buena estrella o mi ángel de la guarda, me han librado por el momento. En el periodo que he vivido en esta incertidumbre, he tenido tiempo de reflexionar sobre cómo han cambiado las cosas desde mi primer empleo.

Me inicié en la vida laboral en el año 1980, después de pasar todos lo trámites del departamento de personal, que así se llamaba lo que ahora se denomina recursos humanos (RR.HH.). Recuerdo la leyenda negra de aquel director de personal, al que se le atribuía una condición de ex-jesuita, que de no ser cierta lo parecía. Una vez que se superaba el filtro del opaco director, ya no se le volvía a ver si no era para pedir el finiquito. Este departamento era administrativo y una vez que te habían resuelto los papeles, pasabas a formar parte de un equipo de personas donde se valoraba la capacidad para desarrollar el trabajo, la experiencia, la responsabilidad, los conocimientos y la dedicación.

Pero ahora las empresas por medio de las políticas de RR.HH. se han puesto a gestionar a las personas como recursos, igual que los materiales de un almacén, las personas han dejado de tener nombre y apellidos para pasar a tener atributos del tipo: femeninos o masculinos, jóvenes o maduros, solteros o casados, sin hijos o con hijos, dóciles o tercos, temporales o fijos, sueldo bajo o sueldo alto... El recurso ideal para ellos es el hombre joven, soltero sin hijos, dócil, con contrato temporal y sueldo bajo. Si por ellos fuera sería así toda la plantilla, aunque no fueran capaces de hacer la "o" con un canuto.

Para asignar un trabajo se valora más la docilidad que la capacidad, la juventud frente a la experiencia. Cuando se diseña un ERE(1), se van computando los recursos con atributos indeseables, como maduros, contrato fijo, sueldo alto etc.. y se va viendo los ahorros de costes que incrementarán los beneficios (Beneficio = Ingresos - gastos).

Pero aun se pueden dar más vueltas de tuerca, el recurso ideal está derivando hacia el recurso del tercer mundo, de edad comprendida entre los tres a los noventa años con un salario cien veces inferior que al recurso ideal.

Lula

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(1) ERE, siglas lamentablemente cada día más conocidas que se refieren a Expediente de Regulación de Empleo.