Románticos y Tenorios
Escribió mi poeta favorito, D. Luis de Góngora y Argote, en un alarde de cinismo la siguiente coplilla:
Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.
Frente a la postura del Romántico que ama en silencio sufriendo, aparece la figura del Tenorio, tramposo en el amor, cuya conducta moralmente reprobable, está enfocada al goce de los sentidos sin padecer el mal de amores. Si extrapolamos la actitud del enamorado al plano laboral, dejando a un lado los inclasificables, la gran mayoría que nos queda, se decanta por la postura Romántica o se orienta hacia el modelo Tenorio.
El profesional Romántico, es persona hacendosa, competente y responsable. Tiene por costumbre razonar y ser coherente en sus acciones. Por eso, cuando sus jefes le piden que haga algo que él considera inapropiado, contesta: NO(1), dando sesudas razones para justificar su negativa. No vamos a entrar en términos escatológicos para explicar lo que hacen los jefes con esas sensatas consideraciones, sólo comentar que vuelven a insistir hasta que al final, el Romántico, masticándose el NO, termina haciendo el trabajo.
El Tenorio laboral, es perezoso, inepto e irresponsable. Trabaja con ahínco para no hacer nada. Por eso, cuando sus jefes le encomiendan un trabajo, siempre dice: SI, y desaparece sin dar muchas explicaciones. Nada más lejos de la realidad que sus intenciones sean dedicar el más mínimo esfuerzo para cumplir con la misión encomendada. Por supuesto que el trabajo nunca lo realizará, pero la culpa recaerá sobre algún Romántico que no esté al quite.
El desarrollo profesional es más factible y frecuente entre los Tenorios, debido a la buena imagen que se van labrando de personas colaboradoras, que siempre tienen un sí en la boca. Aunque parezca mentira no quedan fácilmente al descubierto, la memoria selectiva juega a su favor y los jefes van sumando sólo las promesas de trabajo de los Tenorios.
Sin embargo, los Románticos se van gestando inconscientemente una leyenda de conflictivos, su reluctancia hace que se cuente cada vez menos con ellos, terminando en la marginación laboral. En su debe se suman sus negativas, pero en su haber no se computan sus trabajos finalizados.
Al final, el sacrificio de los Románticos es en vano, como demuestra el siguiente análisis de situación sobre la evolución de los encargos:
Fuente: La experiencia, que es un grado
Por este motivo me voy a dejar de romanticismos y bajo el lema de "Ella siempre dice sí", sacado del título de la película que protagonizo Kim Basinger, iniciaré un nuevo camino siguiendo los pasos de "El Burlador de Sevilla".
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(1) Hubo tiempos que en el decálogo de
la cultura de las empresas, uno de los preceptos era "Saber
decir NO". Evidentemente este artículo ha sido abolido
por decreto-ley.