Réplica al rentista laboral
Tal como anuncié a la editora cuando me hizo partícipe de sus tesis sobre los rentistas laborales, disiento de sus tesis y –también, tal y como le indiqué-, procederé a explicarme en público sobre dicho disentimiento.
Según mi opinión, el artículo presenta un error de enfoque: No existe tal correlación entre la productividad del trabajador y su destino como disfrutador de ocio vicario.
Todo rico sabe que no cualquiera sirve para ejercer el ocio vicario. Pongamos un rico de la época de Veblen que esclavice a trabajadores en su fábrica para el buen gobierno de su propia hacienda. ¿A quién seleccionará de los criados para que se ponga la librea y reciba a otros ricos? ¿Con qué artista ejercerá las funciones de mecenazgo para que la buena sociedad sepa de sus dispendios y de la de dinero que le sobre para comprar una buena librea o mantener vagos dedicados a las nobles artes? ¿al menos productivo? ¿al más productivo? Nada de eso, esta variable no entra en juego en la selección.
El rico como dios manda elegirá como criado de recibir puertas al que mejor ejerza el ocio vicario. El criado deberá ser bien parecido, de porte elegante, bien mandado y, si es posible, tener unas manos delicadas no estropeadas por el duro trabajo. El artista deberá ser suficientemente extravagante y conocido en la alta sociedad. Para artista es incluso conveniente que sea un poco díscolo (habla bien de la tolerancia del mecenas) y algo desaliñado, aunque no en exceso, para poder tenerle en la fiesta de alto copete.
De la misma manera, los grandes ricos de hoy día, las sociedades anónimas ahogadas en dinero, seleccionan a los trabajadores del ocio vicario siguiendo similares pautas de eficiencia de la inversión. El trabajador disfrutador de ocio vicario deberá en este caso cumplir los siguientes requisitos:
- Como se dice hoy día, empatía con los medios de comunicación. No es de recibo pagar a un señor para que dé charlas sobre tonterías relacionadas con el núcleo de la empresa, para que a la primera de cambio, cuando un periodista exhiba su estulticia en una pregunta idiota, le ridiculice el ponente. Los trabajadores de alta productividad no suelen tener esta capacidad empática muy desarrollada y su interfaz con los periodistas no es buena. Éstos lo notan y ponen a parir a la empresa en el periódico, arruinando de esta forma la finalidad del disfrute de ocio vicario.
- Capacidad de creer que su trabajo es importante. Es imposible ser el Director de Gobierno Corporativo y Responsabilidad Social y transmitir entusiasmo sobre la labor social de la empresa sin creérselo un poco. ¿cómo se va a explicar a la sociedad lo de la “Energía Verde” de las compañías eléctricas y la militancia ecologista de la corporación sin creérselo al menos un poco?. Bastante difícil es ya realizar la tarea creyendo en ella. Los trabajadores de alta productividad suelen tener un cociente intelectual medio (tampoco excesivamente elevado, porque sino se darían cuenta de que están siendo explotados y ya no serían de alta productividad), que les inhabilita para ejercer el ocio vicario creyendo en la importancia de su tarea.
- Buena presencia y buen apellido. Para ejercer adecuadamente el ocio vicario resulta mucho más importante elegir bien la corbata que saber de qué se está hablando. Los trabajadores de alta productividad, rara vez eligen bien la corbata, y están acostumbrados a ser competentes en el asunto encomendado, aspecto éste irrelevante en el ocio vicario. Los buenos apellidos, por ejemplo, son más importantes, si van precedidos de un "de", siempre mejoran, cosa fácilmente solucionable añadiéndolo por la cara, salvo que se trate de un "Fernández" o un "Pérez", en cuyo caso procede un cambio de nombre.
- Una correcta trayectoria de ejercicio del ocio. Esto hay que reconocer que no ha cambiado mucho desde los tiempos de Veblen. ¿Como va a ejercer bien el ocio vicario de representar adecuadamente en los foros apropiados a la corporación alguien que no sepa elegir un vino, no entienda de ópera, de la última exposición, de música clásica contemporánea, etc.? No dará lustre a la corporación y será, por tanto, un gasto mal realizado por parte de la corporación. El trabajador de alta productividad...¿de dónde va a sacar el tiempo para estas cosas?
Espero con esto haber demostrado que las cosas no cambian tanto en un siglo: el mejor trabajador del ocio vicario es, lógicamente, de buena familia, y si es inteligente y trabajador, no habrá derrochado sus talentos en aumentar la productividad sino en las artes, las letras, la profundización en los conocimientos de vinos, perros de caza, etc., mucho más útiles para sus futuras tareas laborales que saber cómo se construyen las centrales de la eléctrica a la cual representa.
Coincido, eso sí, con la editora, en que los trabajadores de alta productividad son una traba para el correcto funcionamiento de la corporación, más necesitada de personal obediente que siga bien el procedimiento que de personal brillante y brutalmente sincero, que sólo hace estropear el ambiente laboral, incomodar a los directivos con propuestas o negativas incomprensibles y aturullar con datos técnicos del negocio. Esto no implica que por ello deban ser reconvertidos a ejercer ocio vicario, tarea importantísima en la sociedad de los “mass media”, sino que pueden ser corregidos de manera sencilla, bien mediante palos, bien mediante zanahorias, o –más efectivo- con una sabia combinación de ambos. Como siempre hay personas tozudas y difíciles de enmendar, en toda organización quedan siempre puestos laterales de "científico loco" sin mando en plaza, que se ajustan perfectamente para este perfil y pueden ejercer un cierto grado de "ocio vicario" pontificando, quejándose y proponiendo ideas para archivar. Cumplen así una doble función de "ocio vicario":
- El titular de verdad del ocio vicario puede mostrárselos a los periodistas para ilustrar "la importancia que se le da a la investigación, desarrollo e innovación en nuestra corporación, observen a ese científico loco que tenemos ahí, ¿han visto?".
- Si resulta que tenían razón, miel sobre hojuelas, el titular real del ocio vicario podrá entonces exhibir ante el público la propuesta hecha cinco años antes y archivada para demostrar que la corporación incentiva la innovación, etc., etc. Se coge entonces al ex-científico loco y se le pone de asesor del directivo de verdad para que le explique todo eso que decía. Pasadas dos semanas, ya puede volver a la jaula de exhibición.
De lo dicho hasta el momento, se deduce que una elevada productividad (esto es, inteligencia y esfuerzo dedicado a cosas útiles) no es un buen pasaporte para el "ocio vicario". ¿Quiere ésto decir que una baja productividad sí lo es? En cierta manera, sí. Pero solo en cierta manera. La baja productividad debe estar motivada no por la carencia de inteligencia ni de esfuerzo, sino por el total desinterés sobre su aplicación hacia la productividad, entendida ésta como producir más cosas útiles. Naturalmente, todo vástago de buena familia, tiene mucho ganado en este terreno y por tanto, mayor facilidad de alcanzar estos puestos, al no tener la tiranía de ganarse los garbanzos y poder dedicar sus capacidades a otros menesteres más adecuados al perfil necesario.
Pues esto es todo.
Vale.
Vale.
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