Productividad: matriz DI
Esta semana Telémaco nos exponía una idea radical: Ideas Heréticas 1: La productividad es peligrosa. Un par de días después, Julen recogía el testigo en el post Innovación y estilos de vida. Esto me animó a aporrear las teclas de mi Towando para expresar mi opinión al respecto.
Muchos de los que hablan de productividad lo suelen hacer desde la retaguardia, mirando de lejos el frente de guerra y sin mancharse las manos en el barro de las trincheras. Están más cerca del modelo del mando intermedio metrosexual que del masculino. Esta visión de la big picture puede ser buena para ver el entorno completo pero pierde toda la riqueza del detalle de las relaciones humanas que forman el conjunto.
No hay una receta general para la productividad, se debe analizar según el entorno. No es lo mismo el sector servicios que la industria, la sanidad o la Administración; cada sector tiene sus propias características. Mi punto de vista sobre la productividad está totalmente condicionado por mi experiencia laboral en los proyectos relacionados con las TICs. Durante más de veinte años he trabajado en las trincheras hasta que las abandoné voluntariamente para retirarme a la retaguardia. Creo que me encuentro en una magnifica disposición de exponer mi punto de vista, una vez que se ha asentado mi experiencia en el frente de guerra.
Recuerdo el post Pan con mantequilla que escribió Telémaco hace año y medio, en el aparece una matriz SDG extraída del blog “Nodos en la Red”. También he analizado la matriz BCG (Boston Consulting Group). Estas matrices definen de una forma conceptual la representación de los proyectos de una entidad. Las he examinado al derecho y al revés pero mis ojos me llevan a mirar los proyectos en una relación de Dinero invertido-Incompetencia de los que participan en el proyecto.
Ésta es la representación visual que denominaré matriz DI ( Dinero Incompetencia).
En este modelo visual el eje x corresponde a la incompetencia, expresada como la integración de todas las incompetencias de los participantes en el proyecto, bien como clientes, bien como ejecutores.
El eje Y corresponde al presupuesto del proyecto, medido en dinero contante y sonante.
Esta representación proporciona los siguientes cuatro posibles estatus del proyecto:
Artesanía: Son proyectos primorosos, hechos con rigor y sin despilfarro, cuya finalidad es terminarlos con éxito. Recuerdan a los procesos artesanos en los que prima el saber hacer de los ejecutantes más que en la fuerza del trabajo. Se producen cuando se dan las condiciones de una baja incompetencia y un presupuesto limitado. Suelen ser muy variados, tienen poco overhead y una duración corta.
Mito de Sísifo: En este grupo se incluyen los proyectos que nunca llegan a buen término. Muchas veces se estructuran en fases, todas ellas fallidas. Es como la maldición de Sísifo intentando subir una piedra a la cima de la montaña para que inevitablemente ruede abajo antes de alcanzar la cumbre y vuelta a empezar. A veces los que portan la piedra no son incompetentes pero se ven atrapados en la incompetencia global del entorno y, por tanto, están sujetos a esta maldición. A estos proyectos les falta la financiación suficiente para perdurar eternamente por lo que están predestinados a terminar para volver a empezar sin esperanza de saborear las mieles del éxito.
Diáspora: Se pueden incluir en esta clase los proyectos de gran tamaño que terminan en plazo y ajustándose al presupuesto. Son pocos los que cumplen estos requisitos porque se requiere un coeficiente de incompetencia bajo, cada vez más difícil de conseguir. En estos proyectos los clientes saben lo que quieren y los que realizan el proyecto saben cómo hacer su trabajo. El overhead es bajo a pesar de su tamaño, ya que la misma persona que asiste a una reunión es capaz de convocarla, asistir, escribir el acta, hacer todas las gestiones necesarias además de cumplir con los compromisos acordados.
Pero tanta productividad tienen una consecuencia negativa: Supone un perjuicio económico para su empresa la finalización del trabajo en plazo y coste. El proyecto no tiene continuidad y se agota como fuente de ingresos. Como castigo, los participantes en este tipo de proyectos sufren una diáspora, bien dentro de la entidad o en el peor de los casos fuera de ella.
Impunidad total: Es la parte más apetitosa del pastel, el oscuro objeto de deseo de un jefe de proyecto experimentado que posiblemente haya sufrido alguna diáspora. En este tipo de proyecto se da la condición óptima de un gran presupuesto gestionado por la incompetencia. Al contrario que los proyectos artesanos, se basa en la fuerza del trabajo más que el saber hacer. Los recursos serán muy abundantes y muy baratos. Esto dará lugar a una enorme estructura de mandos intermedios junto con un fuerte overhead para resolver la burocracia generada.
Un aspecto crítico es alcanzar rápidamente el punto de no retorno para que el proyecto alcance la impunidad total, como se puede apreciar en la siguiente figura.
Esto se consigue con una curva de gasto exponencial en la que llegado a un punto nadie dará marcha atrás al proyecto sin peligro de perder su cargo y su prestigio. A partir de ese momento se consolidan unos ingresos económicos independientemente de los resultados del trabajo.
Las empresas tienden a situarse en el cuadrante de la impunidad total, lejos, muy lejos de perseguir la productividad. Por las cifras que se obtienen de productividad en España parece que están cumpliendo su objetivo.