Orientación a resultados
Puedo parecer la tonta del golf con mis metáforas golfísticas, pero cuando estoy en el campo me afloran los paralelismos de la vida laboral con el juego sobre las verdes praderas y no puedo evitar la tentación de escribirlas.
En el juego del golf sólo cuentan los resultados: el número de golpes del partido. No importa cómo se realizan esos golpes, es un detalle que no interesa ni a la federación, ni al club, ni al organizador del torneo. Algunos, con pundonor, pretenden tener un swing elegante a la par que efectivo, y se disgustan mucho cuando dan un golpe comercial (golpe que no eleva la bola, pero que alcanza una longitud considerable), pero si les dan a elegir entre elegancia y distancia todos, internamente, se decantan por esta última, incluso los más pretenciosos.
Cuatro horas de juego se resumen en un número de golpes y tu handicap depende de esas cifras, por eso, cuando se lleva tiempo jugando al golf, hay un momento en el que ya no se desea pasar un rato agradable dándole golpes a una bola, sino que se busca el resultado. Muchos ejecutivos practican el golf con frecuencia y la mayoría han superado la fase bucólica del juego entrando en la etapa pragmática, orientándose, como si de una brújula se tratara, a ese norte llamado RESULTADO.
Cuando los ejecutivos cambian el green por la moqueta gris, el magnetismo del resultado se amplifica porque en la empresa lo que realmente importa también son los resultados, es decir, los beneficios del año antes de impuestos. No importa cómo se obtienen estos beneficios, es una información de detalle que no interesa a los responsables finales de la empresa. Si el obtener beneficios implica la ruina del siguiente ejercicio, nadie se lo plantea, porque no existe nada que pueda frenar los objetivos del año.
Pero existe una sutil diferencia, en el juego del golf los resultados los obtiene el individuo por sus propios medios utilizando los palos como herramienta, sin hacer daño a nadie(1), su resultado no afecta a los resultados de los demás y no perjudica a terceros(2). En la empresa los resultados no se pueden obtener de forma individual sino que es preciso un grupo de personas para alcanzar los objetivos. En este caso, al no ser relevante la forma de obtenerlos se opta por el rodillo de gestión(3), dejando por el camino un rastro de desolación: los colaboradores en las consultas de los psiquiatras, los proveedores arruinados a fuerza de apretarles las clavijas y los clientes defraudados.
Habría que devolver a los ejecutivos el gusto por las cosas bien hechas, pudiendo empezar por que mejoraran su swing con la esperanza de que trasladaran esta buena práctica a la gestión de las empresas, practicando la ética del esfuerzo frente al resultado. Como decía Don Quijote "Bien podrán los encantadores quitarme la ventura pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible".
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(1) Salvo que se escape un bolazo y le dé
a alguien
(2) Excepto a los envidiosos, pero esos se lo tienen merecido
(3) En alusión al rodillo socialista, cuando Felipe González
y sus colegas tenían mayoría absoluta