No Está de Dios
Los que me conocen, saben que esta frase
se me escapa del alma cuando las cosas se me tuercen.
Puede ser que esté destinada a la vida contemplativa
y a contravenir la voluntad divina en este empeño de
no estarme nunca quieta, y por ello reciba el justo
castigo a mis pecados. Al margen de ese feo vicio de
buscar explicación a todo, paso a relatar los misteriosos
sucesos acaecidos a mi persona humana en la tarde de
autos del último 18 de Julio.
Madrid, 18 de Julio de 2001, 17:45 En fecha tan
señalada, siendo miércoles y por tanto día del espectador,
decidí ir al cine con mi madre e hija pequeña a ver
una película de alto contenido social: Planes de boda.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me
dije: salgo un poquito antes, me llevo el coche y hago
un recado que tengo pendiente. Craso error: a mitad
de camino, cuando voy a coger la calle O'Donell a la
altura del VIPS, mi querido Golf decide calarse en el
semáforo. No está de Dios hacer el recado.
Madrid, 18 de Julio de 2001, 18:00 A partir de
este momento empieza la aventura: no puedo arrancar
el coche y todos los que están detrás de mí empiezan
a pitarme; me salgo del coche para empujarlo y dejarlo
en la esquina para que no moleste y esa gente tan solidaria
empieza a decir exabruptos, pero nadie me ayuda. No
me lo tomo a mal y empiezo a pensar como afrontar esta
situación: Son las 18:00, el cine empieza a las 19:00.
Doy gracias a Dios por llevar el móvil, pero me queda
solo una raya de la batería. Llamo primero a mi madre,
y luego a mi hija para no darles plantón (la familia
lo primero), consumo el último hálito de la batería
en pedir ayuda al RACE. Quedo a la espera de mi rescate.
Para no aburrirme me pongo la radio del coche (radio
Olé para más señas).
Madrid, 18 de Julio de 2002, 19:00 El RACE no
viene en mi rescate y estoy hasta las narices de oír
la radio. En esto, recuerdo que mi amiga Susana me ha
dicho que ha salido un revista llamada Internauta y
digo: Está de Dios que yo me compre esa revista
en el VIPS, por eso se me ha parado el coche en este
sitio. Y dicho y hecho, como estaba de Dios,
no me atropelló ningún coche cuando crucé la calle para
comprar esa revista que el destino me ponía al alcance.
Madrid, 18 de Julio de 2001, 19:50 Me encuentro
leyendo la revista Internauta cuando aparece el RACE
a mi rescate. Me atiende un McGiver instanciado en un
mono azul y amarillo. En menos de 5 minutos, detecta
la avería y como no lleva repuesto de la pieza defectuosa,
coge un paquete de fortuna, le quita el papel de celofán,
recorta un pedacito y lo introduce dentro de la pieza
defectuosa. El coche arranca y todo arreglado. En este
punto me digo: Estaba de Dios que se arreglara
el coche, ya que si no llega a fumar el mecánico a ver
como se deshace el entuerto.
Madrid, 18 de Julio de 2001, 19:55 Arranco el
coche y me dirijo a mi casa; al dar la vuelta a la manzana,
¡¡zas!!: en la calle un autobús enorme no puede pasar
porque hay un coche mal aparcado. Me encuentro atrapada
y cierto temor de que el parche del McGiver se volatilice
me recorre las neuronas con riesgo de producirme un
ataque de caspa. Afortunadamente, de los coches que
están bloqueados salen robustos machotes y entre todos
mueven el coche que estorba. Cuando llego al semáforo
de la calle O'Donell, ante la emoción de encontrarlo
en verde, se me para el coche y paso las de Caín para
arrancarlo de nuevo. Pero está de Dios que pueda
alejarme de esta calle.
Madrid, 18 de Julio de 2001, 20:30 Entre trompicones,
a modo de borriquillo inquieto, mi Golf me lleva a mi
casa, no he podido hacer el recado, me he perdido la
película pero me siento eufórica. No encuentro aparcamiento
digno y lo dejo al lado de los cubos de basura. No me
importa, estoy en casa. Entro en el portal a la vez
que suena mi móvil, al que ya no le queda ni raya ni
nada y una voz varonil me dice: somos del RACE, estamos
en la Calle O'Donell, ¿donde está su coche?.
Me
pregunto si el McGiver era un ángel, un extraterrestre
o si a los del RACE no les funciona la organización.
Lula
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