La rata

La rata salió a mi encuentro de forma inesperada por tercera vez en mi vida laboral. He vuelto a sentir su inquietante presencia en mi camino con esas facciones que se asemejan más a las ratas de alcantarilla (Rattus norvegicus), de afilado hocico, minúsculos ojos y un pelaje gris marrón que a la persona humana que pretende ser. Como comenta Flora Davis en su libro la comunicación no verbal, el antropólogo Ray L. Birdwhistell sostiene la teoría de que las personas adquieren su aspecto físico por sus actos y yo doy fe de ello (1).

La primera vez que la rata se interpuso en mi camino fue tomando la identidad de rata ratera. Me fusiló literalmente un capítulo de un libro que estaba escribiendo y lo adaptó al medio ppt. Lo hizo tan ladinamente que quedaba yo como plagiadora ya que mi libro estaba en proceso de escritura y ella lo hizo público en una reunión externa sin, por supuesto, citar la fuente. Aunque me indignó su acción no quise montar ningún escándalo, tan solo me aparté de su camino.

La segunda aparición fue como rata arpía, es decir, adoptando el comportamiento de esos empleados que quieren un trabajo y no saben el de quién (2). Debería sentir deseo de roer mis actividades y le presentó a mi jefe un PowerPoint que me habían encargado a mí. Mi director me convocó a una reunión con la rata diciéndome "Mira lo que ha hecho esta persona TAN TRABAJADORA en sus ratos libres mientras tu sigues dándole vueltas al asunto…". Conociendo la debilidad del maldito roedor con el cut&paste, sembré la duda de las fuentes en que había bebido ese trabajo. Germinó la inquietud en el director y la rata desapareció de mi camino de nuevo.

Pero no hay dos sin tres, y ahora ataca de nuevo con el método del arpiaje. Tenemos nuevo director y la rata quiere salir de la alcantarilla, por eso se pasa el día en los despachos de la zona ejecutiva, por el mismo motivo, sin que nadie se lo pida, ha presentado el trabajo que tenía yo encomendado. Es patético porque su propuesta es gris rata y no aporta ningún valor, pero ha causado muy buena impresión al jefe como persona proactiva. Esta vez no sé si se saldrá con la suya, pero preventivamente es rata congelada, aunque me ha dado mucha aprensión meterla en mi congelador.

Podrían decir los lectores que soy un poco paranoica y que más que rata es una persona colaboradora que pretende ayudar a otros en su trabajo, pero lo que no saben es que si se le pide el dato más insignificante no lo proporcionará, que en su despacho se han producido tensas escenas con otros afectados por sus maniobras y que no tiene amigos. Tan solo los jefes aprovechan sus cualidades rateras para crear competitividad haciendo que la tensión en el equipo de trabajo no decaiga, pero como en Roma, no pagan a traidores, y la rata sigue sin ser promocionada.

No sé que karma arrastro para merecer que me castiguen con la presencia de este inmundo ser de las alcantarillas, pero lo que sí tengo claro es que no me resigno a trabajar con ratas y que le pondré remedio, no por miedo sino por profilaxis.

Lula

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(1) La sabiduría popular dice que la cara es el espejo del alma.
(2) Frase tomada de mi querida Arpía: "es de esas mujeres que quieren un marido pero no saben el de quién".