Igualdad de oportunidades

Nunca he sufrido discriminación por razón de sexo(1) ni he conocido “la autoridad masculina”. Me crié en un ambiente femenino. Tuve la suerte de maridar con un hombre inteligente y justo y mantener siempre una relación de igualdad. Nuestra primera hija nació el año 1980, en plena transición política de la dictadura a la democracia. En esos momentos históricos florecían los ideales y todos queríamos un mundo mejor que el que habíamos conocido hasta la fecha.

A la niña no le pusimos pendientes para evitar con este gesto el primer acto de discriminación. La verdad es que solo conseguimos que la confundieran con un niño a pesar del variado colorido de su ropa. Cuando nació su hermano vimos la oportunidad de educar una pareja de forma igualitaria. Los juguetes que les comprábamos no eran sexistas. Tenían sus peluches para desarrollar su lado emocional y sus arquitecturas y legos para fomentar su inteligencia.

Un día llegó mi suegra a casa y les trajo unos juguetes. Un kit de limpieza con su escoba, su fregona y su trapito para quitar el polvo para la nena y una metralleta para el nene. Me tuve que morder la lengua, pero a los niños les brillaban los ojos por la novedad. Inmediatamente se pusieron a jugar con ellos. Del kit de limpieza, lo que más le gustó a mi hija fue la fregona, que pasaba sin descanso por la moqueta marrón del pasillo dejándola sembrada de pelusas blancas. El niño tomó su metralleta y ratatatata...

Afortunadamente la fregona pasó pronto a mejor vida, al igual que yo, que dejé de pasar las tardes de rodillas en la maqueta marrón quitando pelusas blancas. La metralleta sin embargo duró años. Mi hijo me debió de acribillar más de cien mil veces, porque el mecanismo que hacia ruido y se iluminaba cuando disparaba era de duración infinita, parecía que se alimentaba de energía solar. Pasados los años la entusiasta de la fregona es erudita y el Rambo de la metralleta es pacifista. Esos juguetes no les dejaron mella porque prevaleció la educación que recibieron.

Hoy día está de moda tener en consideración a la mujer. No sólo se ha apuntado al carro el partido que está en el poder, presuntamente de izquierdas, sino que la derecha de toda la vida, a la que le gusta tanto eso de la mujer con la pata quebrada y en casa, luce sus mejores galas feministas.

Hay que desconfiar de la política de gestos del partido, de cuyo nombre no quiero acordarme, que actualmente tiene un gobierno paritario con una cuota del 50% de mujeres. Esas mujeres no representan a la mujer española tanto por su falta de brillantez y preparación como por no soportar cargas familiares. Prueba de su “falta de luces” es su patética foto del Vogue, si bien hay que alegrarse de que al menos no tienen hijos a los que abochornar.

Los políticos de cualquier signo son partidarios de la política de igualdad de oportunidades más de cara a la galería que con la intención de hacer algo serio. Como también está de moda privatizar todo tipo de funciones públicas ¿por qué no gestionar la igualdad de oportunidades con su correspondiente margen comercial mediante una empresa privada?
Así, muchas mañanas desayunamos con una víctima de “la maté porque era mía”, mientras que los dineros para evitar el maltrato y las situaciones de desigualdad pasan por manos ajenas al problema, algunas de ellas femeninas.

Recientemente ha aparecido la figura del “agente de igualdad de oportunidades”, algo así como un Master para mujeres universitarias con inquietudes sobre la “igualdad de género”(2), antes llamadas feministas. Los ayuntamientos ponen la pasta y la formación la proporciona una empresa privada, que no es una ONG y por tanto el beneficio económico entra en sus cálculos. El resultado de estas acciones sólo se conoce en el largo plazo, por lo que el negocio promete durante unos años. Y mientras tanto...

¿Qué pasa con el entorno familiar y la educación que son los pilares de la igualdad?

Lula

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(1) Sí he padecido discriminación por pardilla, ingenua y altruista, características que se dan tanto en el hombre como en la mujer
(2) Recientemente la RAE ha emitido un informe sobre la conveniencia de utilizar la expresión “Violencia doméstica” frente a la incorrecta, manida y muy extendida “Violencia de género”.