Gordos y flacos

Durante siglos la obesidad ha tenido "buena prensa". La sabiduría popular -que a veces no es tan sabia como parece- lo ha venido afirmando tradicionalmente: "la gordura es hermosura"

Algo que ya habían adelantado aquellos primitivos artistas que nos legaron las famosas y "desbordantes" Venus prehistóricas, símbolos de belleza y fecundidad.

Desde los primeros días de vida, la gordura será motivo de auténtica satisfacción y un niño "gordo y hermoso" será acogido y exhibido por los padres con evidente orgullo.

Ser gordo, obeso o de "abundantes carnes", será durante muchos años, sinónimo de floreciente salud -“respira salud" se dirá en lenguaje coloquial-, de buen humor, de persona sociable y pacífica.

Un prototipo físico de belleza que no dudarán en adoptar muchos artistas para inundar los museos de bellas matronas de anchas caderas y exuberantes pechos.

Estos abundantes perímetros corporales también han tenido una lectura sociológica. Las abundantes dimensiones representaban "signos externos de riqueza", privativos, lógicamente, de personas de la burguesía, que podían comer abundantemente en épocas de hambruna y no dar"palo al agua" en tiempos de jornadas laborales de"sol a sol".

Con el paso de los años algunos de los tópicos urdidos alrededor de gordos y flacos, irán, paulatinamente, desdibujándose. Detrás de muchos sanchos se encierran auténticos quijotes y viceversa.

Así es posible comprobarlo en una muestra de representantes de la fauna humana que a pesar de la "hipoteca" que les supuso su exceso corporal nos han dejado un valioso regalo con sus aportaciones artísticas:

Personajes obesos de la fama de Charles Laughton, Orson Welles, Gioacchino Rossini, los franceses Alejandro Dumas y Victor Hugo, nuestro dramaturgo Edgar Neville.

O famosas obesas, como: Doña Emilia Pardo Bazán, la actriz y bailarina Ginger Rogers, María Callas, que durante la primera parte de su vida pesaba más de noventa kilos y al cumplir los treinta años -gracias a un eficaz tratamiento adelgazante y en tan solo seis meses- redujo su peso corporal a cincuenta y siete kilogramos.

Poco a poco, los tradicionales conceptos sobre las pretendidas bondades de la obesidad comenzarán a ser cuestionados y en tiempos próximos a nosotros, la medicina y los creadores de moda, cogidos de la mano, empiezan a marcar ciertos límites

Si la alta costura, adecuándose a los tiempos, aboga -a veces con excesos que hay que corregir- por las ventajas estéticas de la delgadez, la Medicina no se cansará de alertar sobre las amenazas que la obesidad encierra para la salud.

Gregorio Marañón, en su ensayo Gordos y Flacos, escribía a modo de moraleja:

“Cierto que, mientras la especie humana perdure, habrá gordos y flacos. Lo deseable es que cada vez sea mayor el número de los que no lo sean del todo, para su propio bien y el de los demás"

Miguel Arribas

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