Fondo de armario

Las mujeres elegantes presumen siempre de su fondo de armario, del que sacan siempre la prenda adecuada para cualquier ocasión. El armario atesora las prendas intemporales que lucen como si las hubieran comprado ayer.

No formo parte de ese grupo de mujeres, no sé si por suerte o por desgracia. Más bien pertenezco a la liga de "mujeres atareadas, al borde de un ataque de nervios"(1). Ir siempre perfecta y conjuntada consume un tiempo del que no dispongo y salgo al paso como puedo en cada momento.

Las mujeres atareadas, casi siempre atacadas de los nervios, sufrimos muchos altibajos emocionales que podemos resolver de dos maneras: tumbarnos en el diván del psicoanalista o fundir la visa en las tiendas de ropa. No cabe duda que la segunda opción es la más atractiva, aunque seguramente es más cara. Afortunadamente solo nos da por comprar en la etapa "depresiva" y el gasto nos produce tal liberación que volvemos de nuevo a la etapa de actividad frenética, pero con una nueva prenda en el armario.

Mis crisis de catarsis por adquisición de prendas dieron un giro brusco cuando entré por primera vez en la tienda de Toni Fernández. En el corazón de Lavapies, en la calle Argumosa, se encuentra el Emporio de Toni, un gitano elegante y de exquisito gusto que sabe colocarte las prendas adecuadas al estado de ánimo(2). Toni acapara la doble función de psicoanalista y vendedor, todo ello con unos precios muy ajustados.

En su tienda empecé a acostumbrarme a comprar ropa de marca. Descubrí que además de tener mejor tela y corte, el tallaje estaba trucado para que te fueras pensando que usabas una 40 aunque por algún extraño milagro lo parecía. Allí empezó mi modesto fondo de armario ya que la ropa de marca no pasaba de moda y no le salían pelotillas por el uso.

A veces, hay que asistir a reuniones de trabajo en las que conviene transmitir una imagen de ejecutiva agresiva que disimule la cruda realidad de ser una pringadilla que atrae todos los marrones como si fuera un imán. En esas ocasiones, el fondo de armario tiene que estar a la altura de las circunstancias y la mano que se adentra en el guardarropa tanteando las perchas en la oscuridad debe salir con un traje pantalón(3) de corte clásico, en colores anodinos como el beige, marrón o gris marengo. Toni, que todo lo sabe, me vendió uno de cada.


Pero ahora que tengo fondo de armario para salir al paso de las reuniones, son estas reuniones las que me atacan los nervios. Como suelen celebrarse en la Gran Vía he caído en las garras de los comercios de la zona, menos glamurosos que los de Toni, pero mucho, mucho más baratos, como Zara o el outlet del Corte Inglés.

Voy camino de que el fondo de armario crezca de forma exponencial y me impida cerrar las puertas del ropero, salvo que me decante de una vez por la solución del psicoanalista.

Lula

Más relatos de Lula, pulsar aquí
e-mail de contacto: seccionfemenina@gmail.com

(1) Arriesgándome por el doble sentido que siempre le sacan algunos a la palabra "conejo" cuando va asociada a un nombre femenino, confieso que siempre que veo al conejo de Alicia en el País de las Maravillas mirando el reloj y corriendo, parece que me estuviera mirando en el espejo
(2) Cuanto más bajo el ánimo, más prendas
(3) Nunca traje con falda, porque en vez de ejecutiva agresiva pareces azafata o secretaria de dirección y te pueden poner a servir los cafés