MONOGRÁFICO DE LOS FILOPHONES
I-El mundo de los filophones
Estas vacaciones reanudé la vieja costumbre de quitarle los libros a mis hijos, en concreto a mi hija la erudita que es la que más lee y, por tanto, la que más libros tiene. Me llevé “El mundo de Sofía” que quise leerlo cuando se lo regalé hace 10 años pero siempre se colaban otros libros y al final casi me olvido de él. Se suele decir que "nunca es tarde si la dicha es buena", como ha sucedido en este caso. Lo he leído en un periodo de mi vida de gran serenidad por lo que su lectura, lejos de inquietarme, me ha traído viejos recuerdos y una idea que dará pie a este monográfico.
El primer recuerdo se remonta a cuando estudiaba Filosofía en sexto de Bachillerato. Sentí la misma animadversión hacia el pensamiento Aristotélico que siempre se situaba en la moderación y el punto medio. Esa actitud hacia la prudencia y a la ponderación me irritaba y pasados tantos años me sigue crispando, a pesar de ser una persona madura y no una adolescente. Otro recuerdo desagradable es la opinión de Aristóteles sobre la mujer, a la que consideraba que le faltaba un hervor. Las féminas aún arrastramos las secuelas de la influencia de este filósofo tan prudente y comedido.
La lectura del libro me hizo ver el paralelismo de un momento de la historia de la filosofía con la historia reciente de la telefonía, que he tenido el privilegio de observar de cerca y participar en su etapa final. Puedo aventurar, con conocimiento de causa, que la telefonía tradicional se extingue devorada por el IP (Internet Protocol). De aquí a diez años, los teléfonos tradicionales serán muy diferentes por dentro, aunque por fuera sean de baquelita y todas las redes telefónicas se transformarán totalmente. El conocimiento de cómo funcionaban estas redes quedará relegado a libros que se estudiarán en las universidades para conocer la historia de las telecomunicaciones, o incluso, surgirán tesis doctorales para investigar cómo funcionaban las redes de circuitos de voz. Quién sabe si dentro de cincuenta años, algún investigador encuentre por casualidad estas letras y le sirva de gran ayuda para conocer cómo era la telefonía a finales del siglo XX.
Una prueba de que la telefonía tradicional se extingue es que las personas que albergan un conocimiento profundo de estas redes se han jubilado o prejubilado anticipadamente. En este monográfico quiero rendir homenaje a los últimos “filophones” con los que he tenido el privilegio de trabajar. El Destino, siempre juguetón, les adjudicó un nombre muy de acuerdo con el papel que les tocó interpretar: Benigno, Noblejas, Alcaide. Ahora que ha caído el telón del teatro laboral y no tienen que volver a interpretar su papel, entro en escena como rapsoda de una saga de hombres buenos y sabios que velaron para que los teléfonos siempre funcionasen.
Todo empezó en el año 1990, cuando Internet aglutinaba a un núcleo de profesionales especializados y aún no se había convertido en un fenómeno de masas(1). Sólo algunas mentes preclaras intuían que Internet pudiera englobarlo todo, hasta la voz. En esa época aún coexistían las tres tecnologías de telefonía. La más antigua y a punto de extinguirse en esos años, era la de las centrales rotary(2) de naturaleza mecánica, fruto de una ingeniería capaz de construir gigantescos mecanismos precisos como relojes. La segunda, consistía en las centrales electromecánicas(3), compuestas de relés, que producían un ruido rítmico parecido a unas castañuelas metálicas(4), y la más moderna, las centrales digitales(5), que estaban basadas en tecnología de microprocesadores y eran ordenadores especializados en telefonía. Fue en ese año cuando empecé a trabajar en un proyecto para modernizar las centrales electromecánicas, poniéndoles un “marcapasos digital” a su exhausto corazón analógico para alargarles un poco su vida, antes de ser sustituidas por centrales digitales(6).
Debió ser que los astros estaban alineados por lo que se dieron circunstancias muy favorables en este proyecto. Por un lado estaban los sabios filophones que conocían las tres tecnologías y por otro, un equipo de irreductibles ingenieros, liderados por un pedazo de cerebro de densísima inteligencia (un pozo de sabiduría). En el núcleo ingenieril había una lega en materia, pero esto no fue óbice para que le asignaran la responsabilidad de llevar una parte del proyecto(7). Por algún extraño motivo a la Licenciada en Informática, a la que le gustaba la máquina de Turing y los compiladores, le debieron ver cara de ingeniera y le dieron por sabidas las asignaturas de telefonía. En este punto no es necesario que aclare que la ingeniera apócrifa era yo.
El núcleo inicial del proyecto creció con aportación de sangre joven, recién salida de las escuelas de ingeniería. Dada mi sospecha de que la responsabilidad que había asumido me venía un poco grande, busqué rodearme de las personas más inteligentes que encontré para compensar mis carencias. En mi caso, mi grupo llegó a alcanzar la cuota del 50% de mujeres(8), con el apoyo de mi jefe que me ayudó a superar las reticencias de la cúpula directiva, que me vaticinaba múltiples bajas por maternidad, pronóstico que no se cumplió. La revista Vogue, no llegó a interesarse en que el equipo de proyecto posase para un reportaje fotográfico.
Por mi parte, inicié la búsqueda del tiempo perdido, leyendo un libro que había escrito Benigno sobre telefonía que me sacó de mi ignorancia y me permitió entender lo que se hablaba en las reuniones. Así comenzó un largo proyecto que finalizó con éxito, a pesar de tener sus detractores, con el que disfrutamos trabajando y aprendiendo de los sabios filophones(9).
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(1) Esto no ocurriría hasta 1995
(2) En 1926 se crea el monopolio de la Compañía
Telefónica Nacional de España (CTNE).
En 1928 comienza a funcionar la primera central
automática Rotary 7-A de Barcelona. En ese mismo año
se inauguran en diez capitales de provincia centrales de este
tipo. En 1929 se despliega el sistema por
las principales ciudades españolas.
(3) Los equipos de este tipo fabricados por Standard
Eléctrica, S.A. (SESA), se denominaron Pentaconta
por referencia a una palabra griega que significa "cuenta
cincuenta" y tiene relación con las 52 líneas
de capacidad que se utilizan en el conmutador de este sistema.
En España, esta tecnología apareció por
primera vez en 1960, cuando Telefónica
instaló en Barcelona, Madrid y Zaragoza sistemas experimentales
de los tipos 8-A, 8-B y Pentaconta 500, a los que siguieron,
un par de años después, las centrales definitivas
Pentaconta 1000 iniciadas con la instalada,
en 1962, en la población catalana
de Igualada (fuente: Fundación Telefónica).
En 1970 entra en funcionamiento el nuevo
sistema de conmutación para zonas rurales, Pentaconta
32 de Standard Eléctrica. En 1975
el sistema Pentaconta se moderniza. Se crea el Pentaconta
2.000 con control por programa almacenado (SPC)
(4) Muchas veces se descubrían las averías de
oído, cuando se detectaba que cambiaba el ritmo de
la música del relé
(5) La historia de las primeras centrales digitales en España
la conozco por boca de sus protagonistas y difiere ligeramente
de la versión que proporciona la Fundación Telefónica
que se basa en los datos teóricos (lo planificado).
Según la Fundación, las primeras centrales digitales
de España se remontan al año 1980
y fueron del Sistema 12 de ITT. La realidad
fue que Ericsson se adelantó con sus
equipos AXE en el año 1975,
aunque cambiaron varias veces de arquitectura. La primera
central del Sistema 12 entró en funcionamiento en Salamanca,
en el año 1984 y las centrales 5ESS
de Lucent se introdujeron cuando era presidente de Telefónica
Luis Solana. El sistema 12 se fabricó
en España por la empresa Standard Eléctrica,
que luego fue adquirida por Alcatel.
La historia de la gestación del Sistema 12, tiene una
leyenda, recogida de la tradición oral, que no me resigno
a callar:
Cuentan por los pasillos y las máquinas de café,
que cuando presidía la Telefónica el Sr. Tomás
Allende y García-Baxter se tomó la
decisión de que diez ingenieros de Telefónica
participasen en el diseño del Sistema 12. Presentaron
al Presidente de la compañía una lista con los
diez ingenieros seleccionados para enviar a los Advanced
Technological Center de ITT y el presidente en un
ataque de simetría cartesiana, dijo: "Al llamarse
Sistema 12, se deberían enviar a doce ingenieros, en
vez de diez". De esta manera, dos ingenieros más
pudieron vivir la experiencia de innovar en USA y de paso
poder contarlo pasados unos años.
(6) Paradójicamente, se saltarán una tecnología
y serán sustituidas por centrales IP
(7) En los proyectos de innovación, lo normal es que
te encarguen cosas que no sabes hacer y una vez que las aprendes,
te vuelven a meter en otro lío o te tiran a la papelera
como si de un kleenex se tratara.
(8) Sin necesidad de realizar discriminación positiva,
tan solo evitando la discriminación monda y lironda.
(9) Esto va en contra de la maldición bíblica,
por lo que pagamos caro nuestro atrevimiento. Todos los jefes
de este proyecto vimos truncadas nuestras carreras profesionales,
servidora incluida.