Episodios Nacionales

Ahora que estamos a punto de celebrar el bicentenario del dos de mayo, estoy absorta en la lectura de la novela de D. Benito titulada "El 19 de marzo y el 2 de mayo". Este genio de la literatura condensó en cuarenta y seis novelas la historia del siglo XIX, uniendo los Episodios Nacionales que configuraron el destino de España con las vidas de los personajes que relatan los hechos. Esta fusión de lo personal y lo histórico nos acerca a los acontecimientos pasados con otra mirada y con menos bostezos.

Los fastos de la celebración del 2 de Mayo contrastan con el olvido de la historia reciente de la que muchos hemos sido protagonistas como los personajes de Pérez Galdós. Sin ir más lejos, este año ha pasado desapercibido el 23-F, tal vez eclipsado por la rabiosa actualidad del primer debate entre el presidente y el candidato que se celebró el día 25-F. Tan solo el marketing cretino de unos que dicen que no son tontos, le han sacado partido mediático.

Al leer esta novela dudo si el personaje Gabriel Araceli, relata su vida ambientada entre hechos históricos o si para no aburrirnos con la historia nos salpica el relato con sus aventuras personales. Lo mismo me ocurre al rememorar el Episodio Nacional del 23-F, se confunden mis vivencias personales y los hechos tan importantes para España.

Recuerdo el 23-F con dolor y no me estoy poniendo melodramática. Estaba embarazada de seis meses de mi segundo hijo y en ese momento toda mi angustia se centraba en el temor de haber creado una familia que podía vivir también en la oscuridad de una dictadura. Todas las ilusiones de una vida mejor y más libre se derrumbaron. Las imágenes del Congreso de los diputados tomado por las armas eran espeluznantes. El comportamiento de los Srs. Diputados fue muy revelador, desde la gallardía de Adolfo Suárez y de Gutiérrez Mellado, a la cobardía generalizada de la clase política. La incertidumbre era muy grande y todos esperábamos que saliera el Rey a aclarar su posición(1). Nadie concilió el sueño hasta que a horas intempestivas el monarca enviaba su mensaje a la nación.

Al día siguiente fui a trabajar y nos reunimos en asamblea escuchando la radio hasta que oímos que todo había terminado y que iban saliendo los diputados del congreso. Mientras que todo parecía que tenía un final feliz, sentí un dolor transversal a la altura de la cintura que me resultada imposible de soportar.

Me fui a casa en un taxi y avisé a mi marido. Cuando el médico vino, me diagnosticó un cólico nefrítico. Dado mi estado de gestación no me podía recetar ni analgésicos ni anti-espasmolíticos. Pasé una semana instalada en el dolor.

Me recuperé para poder asistir a la manifestación a favor de la democracia en la que nos echamos a la calle TODOS los madrileños como en el dos de mayo. Recuerdo el Scalextric y la glorieta de Atocha como ríos de gente unidos por un deseo común. Había un sueño de libertad y de esperanza que tal vez se ha marchitado en estos años de vida fácil.

No me di cuenta, pero los políticos acochinados en tablas en el Congreso no eran un buen presagio para guiar esta sociedad hacia una vida mejor y más libre. Viendo a los candidatos el pasado día 25-F dándose golpes como en el cuadro de Goya que ilustra este post, me niego a formar parte de ninguno de estos dos bandos.

Lula

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(1)Nunca me quedó clara su posición