El Inmaduro
Cuenta el escritor y político francés André Malraux, en las páginas de La condición humana, que en cierto viaje al sur de Francia, preguntó a un viejo párroco que era lo que había aprendido acerca de los hombres a lo largo de sus más de cincuenta años de confesionario.
El sacerdote le contestó casi de inmediato:
"Que la gente es menos feliz de lo que creemos(...) y sobre todo que no existe una sola persona que haya crecido del todo"
Esta dificultad de los seres humanos a "crecer" plenamente, a la que se refería el anciano sacerdote, constituye un problema que se conoce como el Síndrome de Peter Pan.
Las aventuras del personaje creado por James Matthew Barrie van a permitir crear el mito de la infancia perenne, el mito de los que se niegan a "crecer", a ser hombres adultos, que se resisten a participar de ese mundo cruel y desesperanzador que hemos construido.
Este "no poder o no querer crecer" de ciertos individuos, va acompañado de su incapacidad para reconocer que tienen problemas y de enfrentarse a ellos. y únicamente parece preocuparles la forma de satisfacer deseos o necesidades.
Son personajes de nuestra fauna humana que tienen dificultades para relacionarse con su entorno, que íntimamente desean permanecer bajo la tutela de sus padres, que no suelen establecer relaciones de pareja y que cuando la forman la convivencia está continuamente amenazada por sus constantes e inútiles caprichos.
No resulta infrecuente que estos personajes se autocalifiquen como "sensibles y románticos" y acierten a disfrazar su desvalimiento con un cierto "encanto" que despierta en muchas mujeres instintos maternales en las que nuestro inmaduro encuentra seguro y cómodo refugio.
Hace unos años, con motivo de la entrega de los Premios Tony de Teatro, una actriz norteamericana comentaba, emocionada, cómo al final de una de las representaciones de Peter Pan, cuando el telón comenzaba a descender, un niño sentado en las primeras filas de butacas, se levantó llorando, mientras exclamaba:
"¡¡ Oh , telón, por favor , no bajes !!"
De igual modo, el inmaduro de nuestros días, desea que no descienda el telón de su infancia. Un telón que le alejará, irremediablemente, de aquellos años maravillosos en los que los cuentos de hada, los ensueños infantiles y la protección de sus padres le defendían de todos sus miedos.
Un telón, en definitiva, que al caer enfrentará al Peter Pan de nuestros días con su miedo a "crecer", con el desvalimiento de su propia inmadurez.
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