El Gran Hermano

No es una fantasía de Orwel(1), el Gran hermano es una realidad. Él sabe a qué hora entras a trabajar, si viajas en transporte público o en coche propio, en qué trabajas, si estás prejubilado, qué periódicos lees, qué revistas te gustan, si comes en casa, qué tipo de pan compras, si tienes perro, si te gustan las plantas, a qué hora regresas del trabajo...

Él lo sabe todo y no de una persona, sino de un barrio completo. No necesita tecnología sofisticada, es más, seguramente nunca haya accedido a Internet. No se desplaza más de 10 metros de un punto fijo. Su método se basa en la observación del entorno y en la interrelación de lo que ve, buscando siempre puntos comunes. Su memoria es prodigiosa en capacidad y persistencia, no olvida nada y siempre tiene un lugar para guardar una nueva información. Aparentemente no persigue rentabilizar esta información, más bien parece que es una distracción para combatir el tedio.

El gran hermano se llama Antonio y desde su quiosco de prensa situado estratégicamente entre la panadería, la floristería y la entrada al garaje de residentes, ha conseguido derribar la barrera que creía infranqueable de mi privacidad. Tras una vida llena de discreción en mi barrio, en la que intento pasar desapercibida, él ha conseguido relacionarme con mis hijos, a los que previamente había relacionado entre sí. Su alegría fue grande cuando un día fui a comprar el periódico con mi marido y se le escapó la expresión de júbilo ¡ya tengo la familia completa!(2).

Una vez que consiguió los datos básicos de la ficha familiar, continúa recopilando los detalles, aplicando el método del tercer grado. Por ejemplo, si nos vamos de fin de semana y compran la prensa mis hijos, consigue sonsacarles a donde hemos ido. A la semana siguiente hace la prueba del nueve para que le confirmes la información. Si nos ve muy morenos en primavera, nos preguntará cuál es el motivo (3), si al leer un titular de un periódico se nos escapa un comentario, tomará nota o nos tirará de la lengua, y así va recopilando todos los pequeños detalles con los que vamos desvelando nuestras preferencias.

El otro día me reveló su algoritmo de base de datos. Tiene una memoria relacional, no conoce los apellidos solo los nombres y algo que te diferencia de los demás. Por ejemplo, mi clave primaria familiar es "lula"+"nombre de mi hija pequeña"(4). Me contó también la importancia de los perros para identificar a las familias:

Un perro no se parece a otro perro (clave primaria) y tarde o temprano es paseado por todos los miembros de la familia, solo hay que tener paciencia .

En los tiempos que vivimos en los que la privacidad va camino de ser una utopía, el tráfico de datos para fines comerciales es un negocio asegurado. Así como en los carteles del lejano oeste aparecía al pie de la foto de los forajidos "Wanted (dead or alive) $1000", ahora cada persona es perseguida y tasada en función de sus datos siempre que esté alive. La forma de obtener esta información no contempla en este momento al Gran Hermano, ¡qué oportunidad están desperdiciando!

Lula

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(1) Es de todos conocido que la realidad supera la ficción
(2) Como el famoso juego de cartas de mi infancia: la familia tirolesa, la india, la bantú, ...
(3) Tendido 7+golf
(4) Mi hija pequeña es lula 2.0, clónica de lula pero más alta, más guapa y más lista.