El gestor tenebroso
Continuando el culebrón del Management a petición de Noemí. Una historia aliñada con ambición, suerte, dinero, envidia, odio y traición.
El gestor entusiasta necesitaba en su camino para la gloria dotarse de un ejército de tecnólogos capaces de llevar a cabo sus grandes hazañas. Pronto vio que su discurso se debía reforzar con acciones más contundentes impropias de su carácter y creo un staff acorde a sus necesidades. Dentro de este staff, el gestor tenebroso tuvo un papel primordial y se convirtió en el brazo derecho de su jefe.
Al igual que el gestor entusiasta estaba dotado de inteligencia y de ambición pero suplía el liderazgo y el entusiasmo por fundamentalismo y dureza, complementando así las cualidades de su jefe. La vida le dio oportunidades de poder aplicar sus habilidades a todo el que se cruzó por su camino y las siguientes coplillas de Erwin Foskyto dedicadas a él dan fe de ello:
Yo a los despachos subí
Yo a las maquetas bajé
Y en todas partes dejé
Amarga huella de mí.
También inició su carrera por la vía técnica en el mismo proyecto que el gestor entusiasta. Allí alimentó su soberbia con el sentimiento de orgullo de pertenecer a un proyecto estrella. Cuando su proyecto pasó de estrella a estrellado, no volvió a ser el mismo. Mientras que su jefe salía de la noche oscura mediante un año sabático en San Francisco, el se quedó en la empresa rumiando su desgracia, esperando su revancha, alimentando su rencor a los que habían cerrado el proyecto y su envidia a los que continuaban trabajando en su proyecto sin ser en absoluto estrella.
Cuando retornó el gestor entusiasta con sus nuevas ideas de abandono del I+D a favor de innovar integrando equipos existentes en el mercado, inmediatamente las hizo suyas. Lanzaron un nuevo servicio que tuvo tanta demanda que rápidamente se quedó pequeño. De repente estaba en la cresta de la ola y como un Conde de Montecristo liberado del ostracismo, la venganza se le puso a tiro.
Empezó a reclutar al talento existente en otros proyectos con métodos cercanos al lado oscuro de la fuerza. Llevaba a sus víctimas a su despacho sin que sus jefes lo supieran, les hacía ver que su proyecto no tenía futuro mientras que el suyo iba a crecer muchísimo. Les ofrecía la oportunidad de trabajar para él con la condición de que eligieran la gente de más valía de su proyecto, abandonando al resto a su suerte. Sobra decir la calaña de los reclutados por este método.
Su proyecto creció como la espuma y el éxito continuó aumentando su soberbia. Crecido como estaba, con la fiebre de las start-up siguió a su jefe en su aventura de la Internet móvil que terminó como el rosario de la aurora. Fue uno de los pocos supervivientes del naufragio y encontró refugio en el lado más oscuro de la tecnología: el Departamento de Sistemas de su empresa madre. Desde allí siguió haciendo la vida difícil a los que tenían que sufrir los Sistemas de Información. Reinó durante unos años hasta que una reorganización lo devolvió al mercado laboral con el riñón bien forrado por una indemnización.
Ahora es consultor independiente, no sé muy bien de qué especialidad.
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