El chocolate del loro
De un tiempo a esta parte vengo practicando la inmunidad frente al entorno laboral que me rodea, intentando adquirir propiedades de los metales nobles que los hacen inalterables al ambiente. Esta actitud es consecuencia de que estoy atrapada en un entorno cada vez más deteriorado del que no puedo escapar sin correr grandes riesgos. Solo me queda resistir hasta que escampe, con la esperanza de que esto ocurra. Esta semana Dios me ha puesto a prueba y creo que la he superado como paso a relatar.
Todo empezó como un efecto mariposa(1), al producirse un error en el programa Word de Microsoft Office. Por causas desconocidas, cuando intentaba imprimir un documento en pdf, las letras cambiaron de alfabeto y salieron en algo parecido al sánscrito. Por supuesto, esto me ocurrió un viernes por la tarde a punto de entregar el documento a un cliente. Menos mal que no era urgente para el cliente tener esta información por lo que se lo envié por e-mail para cumplir el hito(2) y me preparé para resolver el problema el lunes siguiente(3).
El lunes acudí al departamento de Documentación para consultar mi caso. Ellos veían en sus ordenadores el documento correctamente y no encontraron nada extraño en las plantillas corporativas y me remitieron al helpdesk de la empresa. Puse una incidencia y al poco tiempo vino una persona en mi ayuda. Primero me reinstalaron el Acrobat, pero no se solucionó. Luego me reinstalaron el Office y tampoco se eliminó el problema y me dijeron que lo próximo era reinstalar Windows. En este punto, al comprobar que el ordenador de mi puesto de trabajo no era estándar(4), me indicaron que también me tenían que cambiar el equipo. No estaba dispuesta a desprenderme de mi querido PC, pero ante la promesa de que sólo me cambiaban la CPU y podía conservar la pantalla/teclado/ratón me decanté por el cambio.
Me trajeron el nuevo PC, modelo estándar de la empresa, negro como una cucaracha. No me importó el color ya que la CPU la coloco debajo de la mesa, pero cuando vi el teclado/ratón que lo acompañaba me mosqueé ya que parecían comprados en un todo a cien. No puede haber en todo el mercado de estos dispositivos algo tan patéticamente casposo como lo que tenía encima de la mesa. Un teclado de plástico de la peor calidad con tacto grimoso que se estremece entero al pulsar las teclas y que produce un ruido acorde a su nula calidad, nada parecido al clic cadencioso de un teclado que se precie.
Intenté colocar mi antiguo teclado, pero hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad y la CPU solo tiene interfaces USB, ha desaparecido la interfaz PS/2. Me busqué un conversor de PS/2 a USB, pero no funcionó. Respiré tres veces profundamente y decidí comprarme de mi propio bolsillo un teclado decente con interfaz USB.
Por el teclado estándar la empresa no debe haber pagado más de 3 euros, mientras que un teclado de calidad media/alta cuesta 20 euros. Si le damos 5 años de vida (que bien pudieran ser 10) el ahorro/día es 0,015 euros(5), cantidad ridícula comparada con el coste de una jornada laboral, vamos, el chocolate del loro. En una empresa donde el trabajo es creativo, es un factor muy importante la motivación de las personas, en esas circunstancias rodear al personal de los elementos más cutres del mercado en pro del ahorro de costes no es una decisión acertada ni práctica.
Me compraré mi teclado así como ya me compro los bolígrafos y los cuadernos. Iré mejorando lo que el entorno me niega pagándolo de mi propio bolsillo, sin hacerme mala sangre. Espero que mi supervivencia sea sostenible económicamente.
Más relatos de Lula, pulsar aquí
e-mail de contacto: seccionfemenina@gmail.com
(1) Si agita hoy, con su aleteo, el aire
de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas
climáticos de Nueva York el mes que viene. J. Gleick
(2) En los proyectos lo más importante es entregar
a tiempo, no importa el qué.
(3) En línea con Escarlata O’Hara, mañana
me lo pensaré.
(4) Era fruto de una maqueta de un proyecto de innovación
de hacia cinco años pero con todo lo que uno desea
tener en su mesa: teclado y ratón inalámbricos,
pantalla superplana de 19 pulgadas, videocámara, etc.
(5) Contando sólo días laborables