Cuando tienes una PDA

 

Cuando compras (o te regalan) una PDA, no te compras sólo ese pequeño asistente personal que llevarás cerca de ti y te acompañará a todos lados. Te compras un nuevo peldaño frágil y precario de ti mismo. Algo que es tuyo pero no es tu cuerpo y que suplirá varias funciones de tu cerebro. Te compras la necesidad de recargarla cuando la batería se agota, te compras la obsesión de mirarla constantemente, te compras el miedo a perderla, a que te la roben, a que se te caiga al suelo y se rompa. Te compras su marca y la seguridad de que es una marca mejor que las demás, te compras la tendencia a compararla con las otras PDAs. No te compras una PDA, tú eres el comprado y ahora estás vendido.

Vil plagio del mayor cronopio del mundo

Pues sí, me compré una PDA a la que bauticé como lulita. Al principio no le hacía mucho caso, pero poco a poco empezó a llenarse de información y a ser cada día más útil hasta que ganó tanto terreno que pasó a ser imprescindible. Una parte de Lula empezó a residir en lulita, por lo que sin ella ya no estaba completa. Entregué una parte de mí a la tecnología a cambio de una dependencia total de la energía eléctrica.

El lunes pasado me encontraba aporreando asimétricamente(1) el teclado de mi portátil Towando mientras mi otra parte recargaba plácidamente sus baterías. De repente, cesó el suministro eléctrico que me proporciona intermitentemente La Unión Penosa(2) y el portátil quedó en tinieblas(3). Corrí a rescatar a lulita de su lecho recargador y la encontré muerta.

Si fuera como el santo Job hubiera exclamado: "Dios me la dio, Dios me la quitó, ¡Alabado sea el Señor!" Pero, ni soy santa, ni mi mejor virtud es la paciencia, por lo que exclamé: ¡¡¡¡@rr#oinc8ñuñ·@kk#oinc!!!!(3) refiriéndome al “suministraidor” eléctrico.

Una vez superada la primera punzada del dolor, tomé a la inerte lulita entre mis manos y se la llevé a mi hijo con la esperanza de que fuera capaz de revivirla. Su diagnóstico fue firme y me certificó su muerte cerebral y física. No podía creer que no reaccionase al interruptor de ON, no podía asumir que se hubiera apagado para siempre con todas mis citas médicas, todas las tareas que tenía previsto realizar cuando fuera una mujer con dos manos. No podía perdonarme a mí misma no haberla sincronizado en 15 días.

La dejé en un rincón, entre dos velas, mientras esperaba la respuesta de mi reclamación a la compañía eléctrica. Al caer la noche me aumentó la desazón y me dispuse a escribir un post para descargar tanto dolor. Cuando fui a hacerle una foto en su lecho recargador algo me empujó a enchufarla de nuevo y ¡¡¡Resucitó!!!

Yo pensaba que lulita se había negado a entrar por el túnel de luz y que volvía a la vida porque yo la necesitaba, hasta que mis amigos hardwareros me han echado un jarro de agua fría al decirme que no es un milagro, que eso se llama latchup.

Lula

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(1) Mi mano derecha aún no se ha recuperado y ahora vivo con una mano y media.
(2) Habría que explicarles que la corriente alterna no es “ahora sí hay luz, ahora no la hay, ahora sí, ahora no…”.
(3) No le pongo la batería para no desgastarla.
(4) Texto encriptado para no herir la sensibilidad de mi querida amiga Pi.