Con T de Tonta
Algunos son alérgicos a la primavera; yo soy alérgica a la injusticia y eso no se alivia con antihistamínicos. Ayer, la ortiga del agravio comparativo pasó rozándome, dejando a su paso un escozor ardiente. No he conseguido con los años acostumbrarme a esa sensación, y sigo sintiendo la misma desazón que cuando era una niña. Llegué a casa con el ánimo de desalojar este sentimiento tan negativo y no encontré mejor manera que entregarme en cuerpo y alma a la escritura de un relato para la sección de sapos y culebras.
Dispuesta a elegir una víctima a la que despellejar, no encontré otra más propicia que Terelu Campos, a la sazón presentadora del programa de televisión Con T de Tonta, perdón, T de Tarde. Los que no pagan sus impuestos en la Comunidad de Madrid se ahorran el disgusto de ver cómo contribuyen a la financiación de este horroroso programa de TV. Desgraciadamente, formo parte de los mecenas de esta ratita presumida cuyo único mérito conocido es ser hija de su madre, Doña Teresa Campos, una mujer objetiva que dice usar la talla 42 (1). Terelu, sin llegar al extremo de pasar de la Universidad al consejo de administración sin que medie ningún contrato basura, tampoco ha hecho mala carrera. Empezó a trabajar con mamá, Doña Teresa que, siempre objetiva (recordad lo de la talla 42), no encontró otra colaboradora más inteligente, más alta, más guapa y con mejor expediente académico que su propia hija. Cuando la niña adquirió experiencia , vio el momento de ponerle un programa que no le hiciese competencia y que perpetuase la marca Campos en los medios audiovisuales.
Terelu, felizmente casada con un hombre extremadamente feo, tiene una hijita que es la viva imagen de su padre y que en cuanto nos descuidemos aparecerá trabajando con la madre o con la abuela o con ambas. La saga de las Campos es un claro ejemplo del nepotismo profesional muy al hilo de la injusticia laboral. Para nada sirve el esfuerzo, ni la creatividad, ni la valía profesional: siempre hay una Terelu engrandecida por sus protectores que se llevará la mejor parte del pastel.
Me viene a la cabeza un imagen de Segismundo en La vida es sueño cuando en su famoso monólogo se lamenta de hacer nacido:
" Hay pobre de mí... qué delito cometí contra vosotros naciendo...."
para terminar preguntándose:
"Y si las Campos nacieron,
¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás?"
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(1) Todavía me estoy riendo desde que lo dijo con total desfachatez por la tele. Lo de Doña Teresa Campos no hay liposolución que lo remedie, ya veis, el dinero no lo puede todo....