Bon - Ami

Tenía pensado escribir un artículo sobre la canonización de Isabel la Católica, pero Moncho Alpuente(1) se me ha adelantado con un magnífico artículo sobre la Santa Intransigencia, por lo que renuncio a cualquier intento de escribir sobre este asunto. Estaba falta de inspiración cuando vi en La Página Definitiva una crítica literaria de Bel - Ami, de Guy de Maupassant, donde se describe la historia de un vago y maleante que alcanza la cima social. Cuando era jovencita me leí casi toda la producción literaria de los autores franceses de esa época. El motivo no fue que sintiera una pasión por los gabachos del 1800; la causa es más prosaica, en la Biblioteca Nacional la sección de préstamo (se llamaba circulante) solo tenía libros que se ajustaban a este patrón. Por algún motivo del destino, no cayó en mis manos este libro, tal vez por eso cuando vi su crítica literaria fui rauda y veloz a leerla.

La trama(2) consiste en las vicisitudes de un chico de provincias guapo e ignorante, con ganas de vivir del cuento, que elige la carrera de periodista y utiliza a las mujeres para escalar socialmente, cosa que al final consigue al ligarse a la mujer de su jefe para casarse finalmente con su hija. Desde el año 1885 -fecha en que se publicó esta novela- hasta nuestros días la figura del trepa permanece, pero utiliza otros medios y otras profesiones para su alpinismo social.

Hoy día no se utiliza como soga a la mujer, salvo alguna excepción que confirma la regla, como es el caso del chico que se casará el próximo septiembre con la hija de su jefe y que por amor-amor ha abandonado la carrera política para dedicarse a la Banca. La mujer ha perdido influencia como mujer de su casa y no ha alcanzado el suficiente poder como profesional, dando como resultado un retroceso general en su posición social, no siendo un medio adecuado subir peldaños.

Dado que el poder se concentra en el entorno masculino, deja de ser un activo importante ser un Bel - Ami para entrar en el círculo de poder. ¿Qué hacer para llegar al corazón de los hombres? Pues ser un Bon - Ami o, en términos más coloquiales, un amiguete de los poderosos. ¿Cuáles son las armas de seducción? Además de saber llevar un traje de Emidio Tucci con cierta elegancia, hay que estar adornado de las siguientes virtudes laborales:

La flexibilidad, entendida como la capacidad de flexionarse hacia delante, ejemplo que nos dio el Sr. Piqué cuando recibió al Sr. Bush en el aeropuerto. Para cultivar esta cualidad es necesario abandonar cualquier pensamiento propio, tomando el ajeno como verdadero, sobre todo si es el criterio de alguien ubicado en un escaño superior. Algunos envidiosos le llaman a esto falta de criterio.

La lealtad inquebrantable, entendida como la capacidad de ejecutar cualquier orden por muy injusta que sea, sin entrar a valorar las consecuencias. Las malas lenguas le llaman a esto servilismo.

Capacidad de trabajo, entendida como la presencia testimonial de 12 horas en la actividad laboral. No debe confundirse con el trabajo real que realizan los que están fuera del círculo. Esta larga jornada de dedicará en parte al ejercicio de la flexibilidad y de la lealtad inquebrantable, dando como resultado el reparto del trabajo a esos seres envidiosos que dicen que su jefe no tiene criterio y que su servilismo le delata.

Si Bel - Ami levantase la cabeza y viese el penoso camino que tienen que recorrer los trepas de hoy en día crearía una escuela de negocios para mujeres que nos devolviera nuestro esplendor perdido para ser de nuevo objeto de deseo en la escalada social.

Lula

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(1) Publicado el 6 de marzo de 2002 en El País, sección Madrid.
Mi amigo JGA, erudito en estos temas, me dice que el autor del artículo es un majadero que no ha llegado a estudiar historia más allá de la Enciclopedia Álvarez. Dado que a mí me ha parecido magnífico, deduzco que pertenezco a la panda de ignorantes que vamos opinando con absoluta falta de rigor.
(2) La crítica literaria completa la encontraréis en http://www.lapaginadefinitiva.com/literatura/belami.htm