Y ¿ qué se puede decir
de una cosa tan antigua
con la que el hombre medir
la fuerza que no apacigua?
Desde hace seis mil años,
que yo no puedo ni contar,
el hombre quiere hacerse daño
por no poderse aguantar.
Unos dicen ser patriotas
de un terruño, que es tan suyo
como de aquel que, en pelotas,
siente brotar su primer orgullo.
Pero no hay cáscara que valga
ante el señor don dinero,
al que todos adoran
y por el que manchan el suelo.
A veces son manchas rojas,
de masacre colectiva,
pues con armas destrozas
todo suelo, toda vida.
¿Por qué tanto derroche
de ingenio y sabiduría,
si el hombre está sólo de paso,
(de hecho da pocos pasos)
disfrutando de ésta, su jauría?
¡Que ganas de armar jaleo,
de volverse loco,
qué mareo!.
De romper las pelotas,
de sacar de contexto,
todo aquello que le ayuda
a ganar el mejor puesto.
Si el animal se pelea
así, a lo vivo, con otro,
para arrebatar bocado,
para ganar tronío,
para explicar :"esto es mío",
para conseguir descendencia...
No necesita a la ciencia!!
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A la ciencia de las armas,
los misiles y las bombas,
no se llega con cariños
Si no con usura y muchos aliños.
Aquella que mueve al mundo
hasta la más atroz locura
es la usura del tener.
Sólo por sentirme seguro,
que no tengas tu ni un duro,
que yo te pueda proveer.
Porque si de mí dependes,
¡Ay, pobre de ti, mi hermano!
que yo te tienda la mano...
En guerra me he de cobrar,
todo lo que de humano
tu me quieres achacar.
Hay que hacer uso de todo,
porque si no ¿a qué cuento
gastar tanto en inventos
si luego no se han de estrenar?
Y en ese momento...
La lucha:
Esto es mío,
aquella es tuya...
¡Que tontería,
si sólo es economía, eso... mía!
Y el más poderoso
puede ser el más temeroso.
En esta carrera maldita
no hay ganancia, es doloroso.
Sólo se grita:
¡¡Quítate tu
Pa ponerme yo!!
Karuna
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