11 de marzo de 2004

Hoy en Madrid hubo un atentado terrorista. A mí no me gusta ver las noticias nunca, pero Paty me llamó muy preocupada, al enterarse, para ver si estaba bien. Yo me bajo a veces en una de las estaciones en las que pusieron 3 bombas: Atocha. Durante la semana pasada me había dado flojera irme por ahí porque aunque es más rápido, tengo que hacer muchos cambios de línea. Esa mañana pude haber tomado ese tren, y aunque no fuera así, puedo decir que nunca hasta hoy había vivido más de cerca la crueldad humana y la destrucción entre hermanos.

Mientras veíamos las noticias en la mañana y durante todo el día no he podido dejar de pensar en el sufrimiento, en las caras que he visto cada día en los vagones del metro y de RENFE, en las niñas con sus mochilas platicando con sus amigas, en los señores pensativos o leyendo. Me acuerdo hoy de muchas caras de gente que no sé quienes son y que no sé si hoy siguen vivos. Pudo haberme pasado a mí, como pudo pasarle a cualquiera y se me eriza la piel y creo que jamás había sentido tanta tristeza y tanta decepción de los seres humanos. Aun no hemos entendido que las razas, las fronteras, las propiedades nos separan. Si supiéramos que todos somos iguales, todos igual de imperfectos, no nos despreciaríamos así, no despreciaríamos la vida de nadie. Parece que cada día cae más nuestra civilización, si a esto se puede llamar civilización y me avergüenzo de pertenecer a ella, de la misma forma que me avergonzaría el haber pertenecido a la inquisición, porque no he hecho nada por cambiar las cosas.

Desde mi punto de vista esto que pasó es una manifestación más del racismo que ya me parece un adjetivo permanente del ser humano, porque siempre hay grupos que se consideran mejores a los otros y se quieren separar, pero nos hemos puesto a pensar ¿quienes somos nosotros para juzgar a estos terroristas?, cuando nosotros mismos miramos por encima del hombro a quien tiene menos que nosotros…menos dinero, menos educación, menos modales, menos cosas, menos ropa, menos espacio, menos simpatía… No podemos considerar menos repugnantes estos pensamientos, porque éstos, al final, son el origen de ideologías que desembocan precisamente en lo que ha pasado hoy, en la muerte de más de 100 personas.

Los valores en el mundo están distorsionados, juzgamos a los demás como si fuéramos Dios y como si nosotros no tuviéramos nada por lo que ser juzgados. La única respuesta que puedo dar a todo esto es con mi vida, con mi actitud, PENSANDO cada cosa que digo y cada cosa que hago, porque tomar mis propias palabras a la ligera sería llamarme estúpida. Hay una frase que dice que hay que cuidar nuestras palabras porque podemos convertirnos en ellas, si nuestras palabras son vacías, seremos personas vacías.


Es difícil dejar de juzgar, juzgamos miles de veces en un día, hay que intentar COMPRENDER en vez de juzgar. A cada uno de nosotros nos corresponde hacer que nuestra civilización evolucione o terminemos por destruirnos todos. Es triste hoy estar lejos de mi familia, pero es más triste aún el saber que tengo que vivir con miedo a mi propia especie, como si viviera atemorizada en mi propia casa, que hoy es el mundo.

Mónica Mejía de Uriarte

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