Con batas y a lo loco: Guadalorce's blues

6 de la mañana, un día cualquiera, circa 1980: suena el despertador; ojos somnolientos y cabreados por este intempestivo sonido, se abren, se cierran, se vuelven a abrir.

Hay que levantarse, pero para ello hay que saltar sobre la cama del compañero. Él a su vez hubo de hacer lo mismo sobre la otra cama. Tres camas en una sola habitación que caben a costa de eliminar por completo el suelo pisable.

El suelo del apartamento en La Malagueta tenía otras virtudes: un color rojizo que fuimos descubriendo poco a poco ocultaba débilmente el verdadero color gris de las baldosas. Cualquier gota de agua reblandecía la pintura, y alrededor de la cocina americana se fué creando un cerco irregular donde el agua y las pisadas desgastaron la zona. Todo un fin de semana nos llevó, a base de estropajos y sudores, liquidar la escamosa pintura de aquel infausto suelo rojizo.

Bueno, sigamos con el relato de los hechos. Como zombies, tres jóvenes ingenieros engullen un rápido desayuno y se lanzan de cabeza a un rally suicida por las calles de Málaga, que acaba en la otra punta, camino del aeropuerto, donde poco antes de llegar se encuentra el desvío que lleva, entre los cañaverales que dan origen al Ron Baccardí, a la fábrica donde trabajan. Es muy importante fichar antes de las siete y cinco: el director, Estrada, está muy atento, y cualquier desviación del horario es severamente castigada.

Superado el primer obstáculo diario, los ingenieros se enfrascan cada uno en su tarea. La tarea es poner a andar un sistema de conmutación de paquetes, compuesto en base a placas con nombres muy sugerentes: ILA, ILS, ILH, PAV,...

El experto en PAV, Paco, tiene por afición, mientras exprime su cerebro para superar los desafíos del Bit Slice con el que está construído, elaborar densos acordeones de papel. Un trabajo de artesanía que perfecciona día a día, convirtiendo esta labor en un verdadero mantra que causa admiración de propios y extraños, por la admirable perfección de estos adminiculos que se encuentran repartidos por todo el laboratorio.

El laboratorio tiene como paisaje dominante los MDS : aparatos dotados de pantalla y teclado, pintados en un severo azul metálico, donde acude cada uno con su diskette de 8 pulgadas, en el que lleva su trabajo de incipiente sofware. Los más afortunados, programan en PLM , pero los chicos del hardware se tienen que contentar con el inefable ensamblador : PUSH, MOVE, ADD, XOR, INPUT, POP, CMP, JUMP, CALL, ....

El uso de la bata es obligado, todos, desde el director hasta el último empleado la llevan. Da un cierto aire de hospital, y a nosotros de ATS. Siempre bromeamos con la posibilidad de ir un día en pantalones cortos, lo que con la bata por encima, dejaría en ridículo esta manía del director Estrada... pero la verdad, nadie se atreve a poner el cascabel al gato.

El montaje de las placas de los prototipos es realizado por Zotano; un barbudo y ceceante malagueño, muy pero que muy enérgico, con la colaboración de algunos ayudantes. Son estas placas una veradera maraña de cables que conectan miles de terminales de grapinado, y que se montan uno a uno según los planos entregados por los ingenieros, como paso previo para ver que todo funciona antes de enviar los diseños al departamento de ingeniería para diseñar la placa de circuito impreso, lo cual es hecho de forma igualmente artesana por varios delineantes.

Por las ventanas, los patos y la marisma, las cañas que ocultan el Guadalhorce, mudos testigos de los días, semanas, meses y años que se necesitan para diseñar y construir lo que entonces era un pionero sistema de conmutación de paquetes para redes X.25: el sistema TESYS.

Darth Vader

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