Acoso escolar
<<¡¡ Libre, oh, libre.!! . Mis ojos seguirán aunque paren mis pies>>.
(Frase escrita por Jokin la tarde antes de morir)
El maltrato al niño tiene una tan antigua como triste historia. Una extensa crónica que nos habla de la venta de niños en Babilonia, del infanticidio en la Grecia clásica, el abandono de recién nacidos en las puertas de las casas de la Roma de los Césares, de niños de pocos días arrojados a los ríos durante las hambrunas de la Edad Media, del universal abandono de niños en los viejos tornos de asilos y conventos. Y así un largo etcétera.
Con el paso de los siglos parecía que esta siniestra relación de atentados contra la integridad del niño estaba superada o en vías de superarse. El propio Lloyd de Mause ( Historia de la infancia . Alianza , 1974) afirmaba:
“La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco”.
Hoy a la vista de las dramáticas noticias que diariamente nos ofrecen los medios de comunicación -los informativos de las cadenas televisivas cada día se parecen más a una negra crónica de sucesos- -la esperanzadora afirmación de Lloyd de Mause podemos, sin duda alguna, calificarla de exageradamente optimista
Y es que a pesar de los siglos transcurridos y las modificaciones sufridas lo largo del tiempo por las sociedades, muchas de las formas de maltrato infantil siguen desgraciadamente teniendo plena vigencia.
De las que hoy día siguen acechando al niño y al adolescente destacan, muy especialmente, las que se producen en las aulas y espacios recreativos de la escuela:
el acoso escolar
José Sanmartín, desde la información que le proporciona ese privilegiado observatorio que supone la dirección del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia define así el actual acoso escolar:
“El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros”
Un acoso del que Iñaki Piñuel y Araceli Oñate ( Mobbing escolar .2007) -describen ocho modalidades y su incidencia:
Bloqueo social (29,3%), Hostigamiento (20,9%), Manipulaciones (19,9%), Coacciones (17,4%), Exclusión social (16,0%), Intimidación (14,2%), Agresiones (13,0%) y Amenazas (9,1%).
Son situaciones que la víctima soporta durante meses o años en los vivirá como una auténtica pesadilla el diario asistir al centro escolar. Situaciones, en suma, que alteran profundamente la vida del niño y a la que éste a veces no encuentra otra salida que poner trágicamente fin a su vida.
Pese a los casi cuatro años transcurridos todavía nos conmociona el recuerdo de ese niño de 14 años llamado Jokin que se arrojó desde lo alto de la muralla de Hondarribia (Guipúzcoa) el 21 de septiembre de 2004, incapaz de soportar por más tiempo el acoso escolar y la serie de amenazas, humillaciones, vejaciones y golpes que le propinaban un grupo de adolescentes de 4º curso de la ESO.
A estas modalidades se ha sumado en los últimos años una nueva forma de acoso escolar en la que unos cobardes representantes de la fauna humana de nuestros días utilizan las nuevas tecnologías y más concretamente la telefonía móvil e internet, para llevar a cabo sus agresiones.
Una forma de acoso escolar que la moda por lo anglosajón ha bautizado con el término e-bullyng.
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