Tarde de “no hay billetes”, seguramente
la culpa la tuvo San Isidro, porque casi
todo lo demás sobraba.
Hemos entrado en picado en lo más negativo de la fiesta
y eso me inquieta. Me preocupa que el ganado salga con una
borreguez digna de bueyes de carreta, toros sin nada de codicia.
Me alarma que el tercio de picar sea cambiado por dos picotazos.
Hay que picar, y si hay que devolver toda la corrida, pues
adelante, ¿para qué está el presidente?,
¿para hacer el “Don Tancredo”, ignorando
las quejas de los aficionados? Me aflige que los toreros tengan
que hacer de enfermeros, aunque da la impresión de
que a muchos no les molesta esto y están en su papel.
Me intranquiliza que los directores de lidia se olviden de
sus funciones y que cada tarde varios toros sean picados por
el picador de reserva en querencias y el monosabio de turno
tenga que hacer el quite a cuerpo limpio. Me preocupa el tipo
de ganado que compra la Empresa, porque en las ganaderías
habrá ganado con nota y ganado con menos nota, y supongo
que tendrán distinto precio, visto el comportamiento
creo que lo que salió por chiqueros era auténtico
saldo.
Como ya comenté anteriormente que no
vengan con el cuento de que se ha perdido la raza. Lo que
se ha perdido es la dignidad, el respeto y la vergüenza
hacia el respetable.
A ver cuándo solucionan también el problema
de los corrales, creo que aquí la autoridad competente
tendría mucho que decir y de una puñetera vez
hacen ejercicio de sus competencias y dejan de hacer la vista
gorda.
Creo que en este mundillo los únicos que tienen afición
son los que pagan la entrada, todos los demás incluidos
ganaderos son un fajo de incompetentes, porque un ganadero
que es honrado y ve salir por los chiqueros esa piltrafa de
ganado, si es culpa suya, debería enviar todo el resto
de la camada al matadero, y si no es así, denunciarlo.
El primer toro de Uceda Leal, empujó
con clase en el caballo aunque fue picado trasero. En la faena
de muleta no se acopló, en la segunda serie consigue
bajarle la mano y por lo menos hubo ligazón. Pena al
toro de una buena estocada.
El cuarto es un inválido y descastado, no quiere ni
ver los capotes. Lo pican con dos picotazos y el toro sale
suelto de cada uno. Cuando el presidente cambia de tercio,
se produce una gran protesta. A continuación, en cuanto
el torero baja la muleta el toro se cae.
En el segundo, hubo una movida de corrales. El segundo del
hierro titular fue devuelto, se corrió turno y salió
el quinto que también fue devuelto y en su lugar salió
un burel de Ramón Flores, sospechoso
de pitones. El picador se ensañó con él
y le zurró la badana. En banderillas nada destacable.
El quinto toro, otro de Ramón Flores, feo de hechuras
y pobre de cara, de salida no quiere saber nada de capotes.
Antiguamente a estos toros se les llamaba “abantos de
salida” y eran típicos con este comportamiento
los de “Parladé”, pero una vez que eran
fijados y a partir de la primera vara, el toro cambiaba su
comportamiento. En esta época los ganaderos que tienen
este tipo de encaste se han quedado con lo primero, lo segundo
lo han perdido.
En el tercio de varas, la primera fue penosa y la segunda
muy trasera.
En el primer par, El Fandi, sale de la suerte
muy apurado y si no se hubiera caído el toro, hoy lo
hubiera estado lamentando. En el segundo par, lo pone corriendo
hacia atrás y cuadra en toriles.
El tercer par lo coloca al violín y después
de unas carreras de toro y torero, se paran ambos en la arena
y el público se harta a aplaudir. Ahora falta torear,
como pensaría cualquier aficionado, pero de eso nada,
comienza la faena como una bailarina de ballet y totalmente
desconfiado, el toro se ha venido un poquito arriba y por
el pitón izquierdo presenta complicaciones, pero tiene
mucha nobleza. Al final se rajan toro y torero.
Serafín Marín
recibe con el capote a su primero con muchas ganas en tablas
del 7, pero le salen muy atropelladas las verónicas
de recibo. Al poner al toro al caballo, éste pierde
las manos. Hay protestas.
En la suerte de varas nada destacable, sólo protestas
del respetable cuando cambió el tercio. Brinda el toro
a sus padres y durante la faena de muleta utiliza con frecuencia
el pico y cuando baja la mano el toro rueda por la arena.
Mata de un pinchazo, una estocada tendida y tres descabellos.
Al sexto lo pican en su sitio pero la puya cae un poco desprendida.
En la segunda vara se agarra en el morrillo, pero también
un poco caída. En esta vara el toro a la salida se
lleva enganchada la puya.
Un quite ajustadísimo por Navarras de Serafín
Marín. En el quite del perdón, de Uceda Leal
se cae el toro.
Lo más destacable de este toro y también de
la tarde, son tres fantásticos pares de banderillas,
dos de César Pérez y otro de
Ismael Gómez, junto con la lidia del
Boni.
Pepeillo
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