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San Isidro 2004

18ª de feria. Corrida de toros
Toros Núñez del Cubillo. Encaste: Juan P. Domecq.
Terna Luis Francisco Esplá. Sustituye a Morante de la Puebla, retirado. Grana y oro. Pinchazo infame en los bajos, y un descabello. Tímidos aplausos para toro y torero. Bajonazo descarado y un descabello, silencio.
Juan Serrano, Finito de Córdoba. Verde botella y oro. Estocada casi entera, Silencio. Dos pinchazos, bronca.
Serafín Marín. Blanco y oro. Estocada desprendida. Oreja. Tres pinchazos, silencio.
Comentarios Encerrona a un torero

 

El cartel original no incluía a Luis Francisco Esplá, sino a Morante de la Puebla, y claro, tal y como están las cosas, las “figuritas” que dominan el escalafón no se exponen a venir a Madrid con un torero de esas características y tan querido en esta plaza, ¡ojo! porque se lo ha ganado a pulso. El caso es que no se cayó del cartel y eso es siempre de agradecer, pero tal y como se desarrolló la corrida hubiera sido lo mejor. ¿Cómo permitieron los “taurinos” que rigen los destinos de este torero, Antonio Matilla y compañía, que su pupilo fuese acompañado por Esplá?

Otro asunto es lo que pasó en la plaza y a eso me referiré. Finito lleva mucho tiempo sin dar la cara en Las Ventas y eso es motivo suficiente para que los empresarios lo hubieran olvidado, como hacen con muchos toreros con más profesionalidad que él; pero claro, no tienen el caché que tiene en la “prensa rosa”.
Cuando me refiero a la profesionalidad, lo podía haber expresado de otra forma, porque, ¿cómo llamarían a una persona que se limita a cobrar y a inhibirse de la manera que lo lleva haciendo por lo menos en esta plaza? Ya sé que por el ruedo ibérico va indultando toros y demás, pero, como aficionado, permítanme que dude de las circunstancias que envuelven esas hazañas taurinas. No comentaré nada más de este torero porque creo que no merece ninguna línea más. Le rogaría tanto a la Empresa que regenta la plaza y al torero que por favor, no se anuncie más en los carteles. Creo que no es pedir mucho.

Después de esto, a ver a quién le quedan ganas de comentar lo que siguió ocurriendo en la plaza, porque tal y como se desarrolló la tarde, se podía seguir cortando tela sin ningún reparo. Lo que he dicho para el interfecto torero, lo podía decir para el ganadero. Qué profesionalidad la suya, y además que tengamos que leer en el cuadernillo de reseñas que entregan al público cada tarde en la plaza, cosas como esta: “el ganadero busca en la selección del ganado los siguientes conceptos: calidad, entrega y recorrido, ya que sin bravura no hay ganadería”. Supongo que vería la corrida, pues le digo lo que ya comenté en otra ocasión a otro ganadero, si se siente profesional, ya sabe lo que tiene que hacer, enviar lo restante al matadero, porque si fuera un ganadero romántico, que los hay, ya lo habría hecho.

Salvo detalles toreros aislados como una serie de toreo en redondo, con un pase de pecho tan natural como precioso, Esplá fue toda la tarde a contra corriente ya que este tipo de ganado no le permitió desarrollar sus facultades de lidiador y de director de lidia. Y claro, no es nuevo ni para él ni para el aficionado que a este torero la naturaleza le haya negado, y es una pena, dotes con el capote y la muleta que le permitieran hacer crujir a la plaza; pero bueno, es un torero que nunca defrauda, y eso fue lo que hizo ayer.

Tengo costumbre de hablar primero de lo bueno que dio la tarde y después de lo negativo si es que lo hay, pero en esta ocasión he querido dejar los comentarios de la labor de Serafín Marín para el final con el fin de no mezclarlos con los de otros compañeros suyos que llevan viviendo del “cuento” desde tiempos inmemoriales. Como es todavía joven concedámosle el beneficio de la duda, de que en un futuro se convierta en otro pegapases ventajista y engaña públicos.

A Serafín Marín se le vio con ganas y solo le faltaba tener algo de materia prima, y así ocurrió, que aunque su tercero era un toro justo de trapío fue de los pocos que se mantuvieron sin rodar por la arena en algún momento de la lidia, lo que aprovechó el torero de Montcada para cortar la única oreja de la tarde.
Comenzó la faena por unos pases por alto y a continuación dio una serie de cuatro redondos sin enmendarse, que hicieron vibrar a la plaza. Cierto que fue una faena de altibajos de lo que se llama de más a menos, pero estuvo ahí, intentó torear, y eso a veces no sale como uno lo sueña. De la segunda serie destaca un redondo largo, templado y profundo que tengo anotado en la retina.
Con la izquierda estuvo desdibujado. Intentó algunos muletazos con buenos trazos, pero en los remates le enganchaba el toro la muleta. Fue una pena. Mata de una estocada desprendida cortando una oreja.

El sexto era un galán y el de más peso de la corrida. Qué curiosos los sorteos, cuando viene alguna “figurita” siempre le toca el lote más cómodo. Habrá que pensar que es la suerte de los ganadores, de dinero claro. En este toro lo único destacable son los pares de El Boni, ya que al último tercio el toro llegó sin recorrido por ambos pitones y el torero abrevió. Mató de tres pinchazos, se echó el toro y ya no se levantó.

Destacar también de lo poco que dio la tarde, dos buenos pares de Curro Molina al quinto por los cuales se vio obligado a saludar montera en mano.

Ah, se me olvidada, la grada del siete le dedicó a Finito de Códoba un petardo, merecido o no, a partir de ese momento el torero cortó su labor y se fue por el estoque de matar. ¡Qué pena!

Pepeillo

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