San Isidro 2004
1ª Corrida de feria | |
Toros | José Escolar. Alias Pinchoronco. Procedencia Albaserrada. |
Terna | José Luis Moreno Rafael Rubio, (Rafaelillo) Domingo López Chaves |
Comentarios | Reconozco que me emocioné |
Aunque no deja de ser un acto protocolario,
cuando finaliza la corrida las cuadrillas se despiden con
apretones de manos y algún que otro abrazo entre los
amigos de profesión. La corrida tuvo una presentación impecable, pero en cuanto a su lidia fue una corrida complicada, vamos, como tienen que ser las corridas, porque los aficionados estamos hartos de ver siempre a las figuras inventándose toros, como dicen los taurinos. Ya de salida mostraban sus aviesas intenciones y los tres matadores tuvieron complicaciones, ya que, con el capote, los toros, revolviéndose en un palmo de terreno propio de este tipo de encaste, pusieron en apuros a los tres lidiadores. Pues si, reconozco que me emocioné, aunque, si fuera un poco más crítico, diría que algún toro metió la cabeza con claridad, como fue el caso del cuarto, que tenía un pitón izquierdo de “cortijo”, pero había que llevarlo muy toreado y estos toreros de hoy no están preparados para lidiar este tipo de encierro. Como aficionado torista que soy, siempre defenderé al torero que se pone delante de un toro íntegro, aunque otra cosa es lo que éste lleve dentro, pero no hay que olvidar que estos toros tienen su lidia, y este es el problema, que, la mayoría de los toreros de hoy, no saben qué hacer con ellos, y, ojo, que muchos aficionados tampoco sabrían apreciarlo. Lo negativo de la tarde lo pusieron los picadores,
y aunque el juego de los toros con los caballos fue en líneas
generales malo, ello no justifica que la ejecución
de la suerte de picar fuera tan nefasta. Se picaron a todos
los toros escandalosamente traseros y, en algunos casos, incluso
en las costillas. Sin embargo, los peones me gustaron, ya que en todo momento dieron la cara y, excepto en el quinto, en el que Pascual Mellizas totalmente desconfiado, pasó en falso dos veces antes de poner el segundo par, todos estuvieron muy dignos. Hubo hasta quién se permitió el lujo de parar al toro en la arena, junto al burladero del siete, y de esta forma permitir el acceso a la plaza a los montados. Qué bonita estampa, toro y toreo parados; ¡eso también es torear!. Más crónicas taurinas de Pepeillo, pulsar aquí
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