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Feria de otoño 2006

30-09-2006 Corrida de novillos. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Novillos de Yerbabuena. Encaste: García Pedrajas, Juan Pedro Domecq y Núñez
Terna

Javier Benjumea : De azul y oro. Estocada baja. Silencio. Cuatro pinchazos, saliéndose de la suerte, estocada caída y descabello. Silencio.
Daniel Luque: De celeste y oro. Bajonazo descarado. Aviso. Silencio. Estocada de bonita ejecución. Tímidos aplausos.
José Ramón García “Chechu”:
Azul y oro . Estocada atravesada y dos descabellos. Silencio. Media estocada. Silencio.

Presidente D. César Gómez Rodríguez.
Comentarios “Ni toros, ni toreros”

Si el presidente del festejo hubiera devuelto el primer novillo, que era lo mínimo que tenía que haber hecho para cumplir con su obligación, tendría que haber devuelto la mayoría de los corridos ayer en la plaza. De esta forma todo lo que salió posteriormente por chiqueros era evidentemente mejor que el primero, pero eso no justificó que fueran actos para la lidia, ya que la novillada fue casi toda una ruina de fuerzas y agresividad, y con ello la suerte de varas prácticamente no existió.

Pero dentro de la mediocridad que regó el coso venteño, en el primer festejo de abono de la Feria de Otoño siempre hay algún detalle que destacar, o por lo menos a los aficionados nos mantiene la ilusión para poder asistir al siguiente festejo. Por este motivo destacaré la embestida suave y larga que tuvo el segundo novillo, al cual Daniel Luque dio unas verónicas de recibo ganándole terreno. Con la muleta, sin embargo, no supo dar a su labor la continuidad que merecía el astado, consiguiendo algunos muletazos templados pero sin hondura, ejecutados con la suerte descargada, perdiendo con ello la oportunidad de un triunfo que le ofrecía su enemigo.

Destacar igualmente los pares de banderillas que colocó El Madrileño al cuarto de la tarde, por lo que tuvo que desmonterarse, sacando con ello a los aficionados del sopor o de las tertulias que existían en los corrillos de la plaza, al no tener interés lo que ocurría en el ruedo. Pero a su maestro, que atiende al nombre torero de Javier Benjumea, se le fue un novillo que las únicas fuerzas que le quedaban se las ofreció en bandeja a su matador para que se lo hubiera llevado a casa toreando, y después volver a la plaza a recoger los honores del triunfo, pero el torero no lo interpretó así, confundió la cantidad con la calidad. Creo que a alguien de su entorno se le olvidó decirle que toreaba en Las Ventas .

Dispuestos a destacar solamente lo positivo, sería injusto dejar en el tintero un par de banderillas que colocó Vicente Herrera al tercero de la tarde. Y si ustedes me lo permiten, me despido hasta mañana ya que la tarde no dio para más.

 

Pepeillo

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